Ante un nuevo libro de Silvia A. Montoto/Por Jorge Castañeda
Mi amiga, la escritora nacida en Maquinchao, Silvia Angélica Montoto, bajo el tÃtulo de “En el andén†ha publicado su último libro, que he tenido el placer de prologar.
Mi amiga, la escritora nacida en Maquinchao,
Silvia Angélica Montoto, bajo el tÃtulo de “En el andén†ha publicado su último
libro, que he tenido el placer de prologar.
Una larga amistad nos ha permitido compartir sueños y palabras en este mundo maravilloso de las letras.
Los relatos de Silvia atrapan por su gran sensibilidad y porque se refieren a cosas cotidianas y a personajes que de alguna manera son universales.
En su dedicatoria ha tenido la gentileza de decir que “presentar un libro acompañado de tus palabras me llena realmente de orgullo. Con eso, amigo, que tanto sabes de estas emociones, comparto las mÃasâ€.
Para presentarlo a lector, que nunca saldrá defraudado de su lectura, comparto mis palabras iniciales, agradeciendo a Silvia si deferencia:
“Cuando me piden hacer un prólogo yo siento una gran responsabilidad. Y pienso ¿estaré a la altura del texto y de la confianza que los autores depositan en m� Pero me halaga sobremanera escribirlos, por varios motivos. Primero porque el prólogo es la antesala del contenido, un introito o prefacio que a veces suele feliz y otras veces no. Yo intento que lo sea. Y ya llevo escrito varios que por suerte los lectores pueden saltearlo y entrar directamente en la obra, porque de alguna forma es prescindible y muchas veces solamente dice algún ditirambo o verdades de Perogrullo.
“El prólogo –dice Jorge Luis Borges, que de esto sabÃa mucho- es en la mayorÃa de los casos comparable con la oratoria de sobremesa. El prólogo, cuando son propicios los astros, no es una forma subalterna del brindis, es una especie lateral de la crÃticaâ€. Yo espero por el afecto que le tengo a Silvia Angélica Montoto de Lázzeri que en esta ocasión los astros me sean propicios.
Conozco a Silvia desde hace muchos años. Uno de sus poemas más hermosos “Allá en el Sur†era la cortina de un programa radial de mi pueblo, Valcheta. Y me emocionaba siempre. Eso porque en los textos de la autora, el Sur, esa querida región de nuestra LÃnea Sur y en especial de su pueblo Ingeniero Jacobacci ha sido una constante en casi todos sus libros, que los tengo dedicados en el anaquel preferido de mi biblioteca: el de los libros dedicados por sus autores. Y siempre vuelvo a releerlos para llenarme mucho de magia y otro poco de nostalgia.
A veces nos encontramos en algún encuentro literario y aprovechamos para conversar de estas cosas que tanto nos apasionan: las letras, los poemas, los libros y los recuerdos.
Acercarse a un libro de Silvia es encontrar un remanso ameno; es entrar en el mundo cálido de su alma; es conocer a personajes que si no fuera por su rescate se perderÃan para siempre; es gustar de su prosa limpia y cuidada; es poner el corazón en el tibio rescoldo de las palabras.
Este su último libro seguramente no decepcionará al lector. Tiene relatos que atrapan, porque, debemos decirlo, es un libro de relatos. Y como toda obra literaria, tiene mucho de realidad, algo de imaginación, pero sobre todo la feliz concreción de situaciones y personajes que serán entrañables. Por ejemplo ¿quién no se acuerda del afilador, del dulce sonido de su flauta y de su pregón callejero? Bueno, Silvia con maravillosa pluma lo trae a la memoria y nos emociona. Porque de eso estamos hechos los seres humanos: de recuerdos, de nostalgias, y como aquella “magdalena†del famoso libro de Marcelo Proust nos permite rastrear cosas de un tiempo que se va yendo irremediablemente.
Compartimos con la autora varios amigos y amigas que están sembrando en la misma melga. Y algunos que el tiempo se ha llevado a ese otro cielo donde estoy seguro seguirán soñando con escritura, poemas y libros. Y dos muy queridos que quiero dejar en este prólogo porque se pondrÃan muy contentos con este nuevo libro: ElÃas Chucair y Daniel Ferrer.
Silvia, amiga, creo que no será tu último libro, todavÃa tenemos tiempo y la literatura, tan veleidosa y nuestra, como una mujer coqueta no nos dejará nunca. Gracias por tu deferencia de invitarme a compartir una humilde página. Y a los lectores, ya asimilado el prólogo, les advierto que este libro tiene la virtud de leerse de un tirónâ€.
Silvia, en la contratapa expresa: “Cuando digo mañana es porque espero, porque creo, porque quiero, dudo, pienso y porque tengo ganas de seguir viviendoâ€. Si amiga, eso es lo que tenemos los escritores y los poetas: ganas de seguir viviendo y amando la vida.

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