Jueves, 30 de octubre
REGIONALES

Falleció Miguel Àngel Osorio

El poeta Miguel Àngel Osorio falleció ayer en Carmen de Patagones. Había nacido en la década del ’40 y vivió desde siempre en la comarca.

El poeta Miguel Àngel Osorio falleció ayer en Carmen de Patagones. Había nacido en la década del ’40 y vivió desde siempre en la comarca.

Además de escritor era artesano, historiador, intelectual comprometido, amante de su pueblo y de la naturaleza plena del río y su costa. Desde el mirador de su casa sobre el río Negro solía escribir casi diariamente un haiku que transmitía a sus amigas y amigos a través de las redes sociales.

Fue parte del libro colectivo “Cinco poetas” junto a Fabián Almazábal, Belén Benito, María Inés Cantera y Ana María Grandoso, y en el 2020 el Fondo Editorial Rionegrino (FER) seleccionó y editó su libro “Cenizas en el río”.

Dos poemas del autor

 

Ah! de la vida …

 

La palabra vida ya no responde,

carga con la culpa porque así es la vida,

ladra para morder ya que es la perra vida.

Si alguien dice: mi vida! resulta ser de otro

y decir hacé tu vida no es comprensión es adiós.

Cuando la vida te sonríe de quién es la alegría.

Si la vida tiene sentido ella no se da cuenta,

si hay mujer de la vida hay otra de la muerte.

Escuché Honrar la vida pero no era la mía

y para toda la vida me uní conmigo mismo.

Qué pensás de la vida, inquirió autoritario

cuando en la puta vida se lo puso a pensar,

porque siempre creyó que son cosas de la vida.

Yo quería otra vida y reencarnó la duda,

si dio la vida por nosotros entonces qué le debo

y aparición con vida hizo explotar la historia.

 

Volveríamos

 

Sobra vida o sobra muerte

como un guasón riéndose de lívida gracia

en los entretelones del marcial grito de guerra

Para no dormir ni morir acongojado en las tripas del vino

y encontrar muertas las ideas que me hicieron vivir

y prolongar las quejas de la noctámbula desidia

y menoscabar la aprensión de los mitos

y decidir por el más brillante héroe derrotado

y volver a sufrir en carne de un hermano

que dio tanta buena sangre a los vampiros

que lo sucedieron

y no sabe qué elixir tanático infectó las generaciones

y el albur de sobrevivir lo acostó en la parrilla

mientras la congoja de un estertor próximo le arrimaba

el alcohol.

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