Falleció Miguel Àngel Osorio
El poeta Miguel Àngel Osorio falleció ayer en Carmen de Patagones. HabÃa nacido en la década del ’40 y vivió desde siempre en la comarca.
El poeta Miguel Àngel Osorio falleció ayer en
Carmen de Patagones. HabÃa nacido en la década del ’40 y vivió desde siempre en
la comarca.
Además de escritor era artesano, historiador, intelectual comprometido, amante de su pueblo y de la naturaleza plena del rÃo y su costa. Desde el mirador de su casa sobre el rÃo Negro solÃa escribir casi diariamente un haiku que transmitÃa a sus amigas y amigos a través de las redes sociales.
Fue parte del libro colectivo “Cinco poetas†junto a Fabián Almazábal, Belén Benito, MarÃa Inés Cantera y Ana MarÃa Grandoso, y en el 2020 el Fondo Editorial Rionegrino (FER) seleccionó y editó su libro “Cenizas en el rÃoâ€.
Dos poemas del autor
Ah! de la vida …
La palabra vida ya no responde,
carga con la culpa porque asà es la vida,
ladra para morder ya que es la perra vida.
Si alguien dice: mi vida! resulta ser de otro
y decir hacé tu vida no es comprensión es adiós.
Cuando la vida te sonrÃe de quién es la alegrÃa.
Si la vida tiene sentido ella no se da cuenta,
si hay mujer de la vida hay otra de la muerte.
Escuché Honrar la vida pero no era la mÃa
y para toda la vida me unà conmigo mismo.
Qué pensás de la vida, inquirió autoritario
cuando en la puta vida se lo puso a pensar,
porque siempre creyó que son cosas de la vida.
Yo querÃa otra vida y reencarnó la duda,
si dio la vida por nosotros entonces qué le debo
y aparición con vida hizo explotar la historia.
VolverÃamos
Sobra vida o sobra muerte
como un guasón riéndose de lÃvida gracia
en los entretelones del marcial grito de guerra
Para no dormir ni morir acongojado en las tripas del vino
y encontrar muertas las ideas que me hicieron vivir
y prolongar las quejas de la noctámbula desidia
y menoscabar la aprensión de los mitos
y decidir por el más brillante héroe derrotado
y volver a sufrir en carne de un hermano
que dio tanta buena sangre a los vampiros
que lo sucedieron
y no sabe qué elixir tanático infectó las generaciones
y el albur de sobrevivir lo acostó en la parrilla
mientras la congoja de un estertor próximo le arrimaba
el alcohol.

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