Julio Leite, por respeto al viento/Por Héctor Raúl “Gato†Ossés
El autor de esta nota es el poeta, cronista y cantor Héctor “Gato†Ossés, nacido en Santa Cruz, consagrado con libros como “Patagonia, ficción y realidadâ€, y composiciones musicales como “Hablo del h
Un camino de poemas comienza con el hallazgo
(con el descubrimiento) de la primera lÃnea de un conjunto armónico de frases,
una debajo de otra, como una pared construida al revés. Julio Leite ya terminó
su odisea personal (ahora siguen ellos, los libros, la hoja escrita). Falleció
hace unos dÃas, en la isla.
Siempre pensé que buscaba, entre otras cosas, la respuesta a una:
Preguntita
Y si dios
fuera una trucha
enorme y saltarina,
una Arco Iris
con un cielo al fondo
y todo el viento?
Y si mi padre Vital
me esperara
sin sangre en la boca
en la otra orilla de la vida?
“Nunca quise levantar un barrilete, por respeto al vientoâ€
Era entonces una respuesta vital sobre su padre, Vital Leite, lo que lo desvelaba. La búsqueda lo llevó por mil poemas, por litros de ginebra, por tabaco, por distintos territorios cercanos o distantes de la Tierra del Fuego. Andar y escribir. Escribir en las hojas de un cuaderno con lápiz, lapicera (o lo que sea), en papeles sueltos, servilletas, mesas de madera, en las paredes, en el pasaporte. Escribir y decir. Pararse como intérprete en un escenario ante una sala llena y decir su poesÃa con voz de tragedia griega.
Julio Leite (Julio José Leite, también llamado “El Mochiâ€) no creÃa en los grandes hacendados de la palabra ni en los burócratas de la poesÃa. Julio se descuartizaba, se ofrecÃa a nosotros con partes de su verdadero cuerpo. Nos ofrecÃa aceite humano o se retorcÃa el cogote a lo gallina y se comÃa escupiendo las plumas y perdÃa (más tarde) contra él mismo al romper la horqueta de la osamenta de la gallina (o buitre).
A Repetto, Linskens y Fesquet les dedicó “Matemática de las manzanasâ€: en ese poema le gustaba sólo una manzana (la repartida) que tenÃa y tiene el dulce sabor de la revolución. Para él, eso era la vida y, si no lo era, ahà mismo comenzaba el rito del ofrecimiento: “Dividan mis ojos, mis dedos, mis neuronas / todas mis vÃsceras y los pocos dientes que me quedan /estaqueen mi piel sobre el techo de una fábricaâ€. Y terminaba el poema pidiendo que lo desguacen, a lo Condorcanqui.
El Mochi oferente es el que indica “Cómo hacer un barcoâ€, donde empieza por arrancarse las costillas y el esternón para construir las cuadernas. En “Cómo hacer un sueño†sugiere jugar a la payana con los propios ojos y en “Cómo hacer un pan†pide: “Muela los huesos hasta lograr una buena harina /use la levadura de su rabia/amase sobre madera de amigosâ€
Antes de irse habÃa dejado escrito dónde querÃa morir. No pedÃa regiones mÃticas del planeta, ni museos, ni extensas haciendas ni burocracia de bibliotecas.
QuerÃa morir, por ejemplo, en la casa del Tuni, de Nelson o la Muti.
(El autor de esta nota es el poeta, cronista y cantor Héctor “Gato†Ossés, nacido en Santa Cruz, consagrado con libros como “Patagonia, ficción y realidadâ€, y composiciones musicales como “Hablo del hombre comúnâ€.)
                                                
                        
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