Cada dÃa se vuelve más habitual escuchar la frase: “Finjamos demenciaâ€. No deberÃamos hacerlo más, porque lo que está imperando -justamente- es la demencia; un discurso que anula al otro, lo elimina; el otro deja de existir porque su voluntad no condice con la mÃa.
AsÃ, las mujeres somos una de las primeras afectadas con esa demencia; somos vulneradas y atropelladas por este “modelo de apreciaciónâ€. La otra no existe, la elimino. Chau. Se terminó. A otra cosa.
En este contexto, difÃcil y preocupante, donde autoridades nacionales promueven que el feminismo quede fuera del lenguaje, lo que queda fuera son todas aquellas cuestiones que tienen que ver con lo que la mujer es en sà misma. Su esencia, su trayectoria, su aporte al tránsito diario, su existir, aunque a otros les pese.
El discurso del odio que hoy escuchamos como imperante, el que viene a atacar a los grupos más vulnerables, ya ni siquiera propone invalidar derechos, sino la no existencia del otro como sujeto humano, la aniquilación del deseo del otro, porque lo que impera es el mio. Es el único que importa, el único que existe.
Sin embargo, al no poder anular los cuerpos, vamos a seguir estando, nuevamente en un espacio de lucha compartido, tejiendo redes, espalda con espalda, ahÃ, allá y más allá también; donde siempre estuvimos y nunca nos pudieron borrar de un plumazo.
Aunque muchos lo saben, es oportuno recordar que el tejido es una matriz. Cuando tiene un agujero, deja de ser el dibujo que una querÃa y solo al lograr unirlo se le vuelve a dar consistencia. Históricamente, las mujeres hemos tejido, durante años, la posibilidad de tener un lugar de reconocimiento social. Hoy quieren volvernos al punto de inicio, como si no hubiéramos enarbolado, compartido y logrado nunca las luchas que nos pertenecen. Frente a esta eliminación de la validación del discurso, a esta ejecución de la polÃtica donde se pide que se expulse el concepto y una utilización del lenguaje que anule lo femenino, vamos a volver a luchar, a armar la red, a darle escudo a la matriz, sin agujeros, sin fisuras. Espalda con espalda. Por nosotras, por ellas y por ellos también.
*Leegisladora provincial
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