El Rey de la Patagonia, la pelÃcula que no fue y otras dos que se filmaron/Por Carlos Espinosa
La historia de Orllie Antoine de Tounens, el francés que se declaró Rey de la Patagonia y los relatos que llegaron al cine y el de un viedmense que nunca se hizo.
La historia de Orllie Antoine de Tounens, el francés que se declaró Rey de la Patagonia y los relatos que llegaron al cine y el de un viedmense que nunca se hizo.
Hubo una vez un francés, llamado Orllie Antoine de Tounens. En 1858 se le ocurrió atravesar los océanos y llegar hasta las regiones más australes del continente americano y auto proclamarse “rey de la AraucanÃa y Patagoniaâ€, extendiendo su soberanÃa imaginaria en los territorios indÃgenas de ambos lados de la cordillera de los Andes. Procuró el apoyo de algunos lonkos mapuches y, según cuentan los historiadores más serios, habrÃa logrado la confianza de algunos de esos jefes. Pero, como proponÃa una guerra de independencia contra el poder “huinka†y sus representantes, el gobierno chileno lo persiguió, lo encarceló y juzgó, declarando oficialmente que era insano mental. Lo expulsaron en 1862 y volvió a su paÃs.
Siete años después insistió con su proyecto –en el interÃn hasta habÃa hecho acuñar las monedas de su reino- pero, ya en tierras argentinas, volvió a caer preso. En 1874 y 1877 insistió, con nuevas excursiones hacia el sur argentino (Carmen de Patagones fue el punto más lejano) y en todos los casos fracasó. Fue perseguido por el Ejército , que ya arrancaba con la gran campaña militar de exterminio y arrinconamiento de los pueblos indÃgenas y no podÃa permitir que un delirante franchute viniese a interferir en los planes del Estado Argentino de expansión territorial al servicio del Imperio Británico.
En este último intento Orllie cayó gravemente enfermo, le salvaron la vida sus connacionales médicos del Hospital Francés de Buenos Aires y después de una delicada operación de intestinos pudo volver a su patria en enero de 1878. Allá murió, en septiembre de ese año, sin reino y sin riquezas, con apenas 51 años de vida.
Pero el objeto de esta crónica no es trazar la biografÃa de este excéntrico personaje, y para esa finalidad a los lectores interesados se les recomienda la obra “Orllie Antoine I, un rey francés de AraucanÃa y Patagonia†de Alberto Sarramone, Editorial Biblos, 2005.
El primer propósito será el realizar una documentada narración acerca de un interesante y frustrado proyecto cinematográfico en torno a la vida de Orllie Antoine, que hace más de 52 años acometió el artista plástico, creativo publicitario y cineasta incipiente Juan Fresán; que era patagónico y nacido en Viedma.
El viedmense que nunca pudo llegar a hacer su proyecto de cine.
De ese relato se desprenderá después la oportuna referencia a “La pelÃcula del rey†(1986), que fue la exitosa ópera prima del talentoso director Carlos Sorin y está basada en las desventuras de Fresán y su equipo una década y pico antes.
Después se insertarán las únicas declaraciones periodÃsticas de Juan Fresán sobre su propio proyecto y las circunstancia del fracaso ya conocido.
Se completará la nota con un capÃtulo dedicado al documental “Un rey para la Patagonia†(2010) que el joven realizador Lucas Turturro compuso con algunos pocos materiales originales del filme inconcluso, con la finalidad de rescatar la figura y la creatividad de Fresán.
“La Nueva Franciaâ€, la pelÃcula que no fue
Era una tórrida tarde de enero de 1972. El sol caÃa como plomo derretido sobre la ruta que une Viedma con el balneario El Cóndor. Enfrente de la planta textil de Lahusen ( ya desaparecida hace más de 40 años) un grupo importante de personas participaba (como actores, técnicos, asistentes o simplemente como curiosos) de un momento de filmación de una pelÃcula. Se sabÃa que la acción estaba ubicada en el siglo 19. Un antiguo carruaje tirado por caballos, de los que usaron para mantenimiento del alumbrado público, convertido en vehÃculo trashumante y aventurero para la historia, recorrÃa lenta y pesadamente la banquina, sacudido por el viento patagónico. Todos los vehÃculos se detenÃan sobre el asfalto, pero uno de los ayudantes del director pedÃa a los gritos que los autos –sÃ, autos modernos del ’70 o poco antes- pasaran por la ruta como si nada, cruzando por delante de la cámara. ¿Se mezclaban los tiempos en la pelÃcula? ¿De qué se trataba aquello?
Se estaba rodando una pelÃcula que se iba a llamar “La nueva Francia†y contaba una parte de las aventuras y penurias de Orellie Antoine, el Rey de la Patagonia y Araucania, sobre una versión ficcional de los hechos reales, todavÃa no muy difundidos a principios de la década del 70 de la centuria pasada.
Este “flash†quedó en la memoria del autor de esta crónica, que fue uno de los conductores de autos modernos que se interponÃan entre el carruaje del francés y la lente de la cámara. Todo era muy extraño y divertido, pero no sorprendente. Porque muchos de los jóvenes inquietos de la comarca Viedma-Carmen de Patagones de aquella época sabÃan del talento original y cuestionador del director de ese proyecto cinematográfico: Juan Fresán.
Fresán habÃa nacido en Viedma en 1936, y ya desde la adolescencia sobresalÃa por su creatividad expresada en diseños caseros. A principios de los años 60’ realizó la decoración de un bar del centro de la ciudad capital de RÃo Negro al estilo de un “saloon†del Lejanos Oeste de Estados Unidos, y poco después partió a Buenos Aires donde se involucró en el febril movimiento pop que animaba el legendario Instituto Di Tella de la calle Florida. En 1967 asumió la dirección de arte de la revista de humor La Hipotenusa que, con calificados dibujantes como Quino, Copi y Miguel Brascó, procuraba ocupar la brecha polÃtico-intelectual-satÃrica que estaba vacante tras la clausura de “TÃa Vicenta†por orden del dictador Juan Carlos OnganÃa. En 1969 la editorial Minotauro editó su versión gráfica del cuento “Casa tomada†de Julio Cortázar, donde el texto se desplaza por adentro del plano de la casa. Un año después, Siglo XXI publicó “Bio autobiografÃa de Jorge Luis Borges†con fragmentos del célebre escritor en el marco del collage fotográfico diseñado por Juan Fresán.
Que este inquieto transgresor del diseño creativo estuviera en su ciudad natal dispuesto a filmar la vida del audaz Orlllie Antoine, supuesto Rey de la Patagonia, era emocionante. Durante varias semanas se habló del tema en los cafés, y en las rondas de mate de las costaneras del rÃo y el mar. Se comentaba que habÃan estado filmando en la playa de La LoberÃa, junto a esos mamÃferos marinos; que en otro momento el carrito transitaba por la Salina de Piedras, cerca de la localidad de Cardenal Cagliero. Las callejuelas inclinadas y serpenteantes del casco viejo de Carmen de Patagones también eran algunas de las locaciones elegidas, y en este caso una procesión religiosa se cruzaba con el Rey de fantasÃa.
En el elenco no habÃa actores profesionales. El papel protagónico del “loco†francés habÃa sido confiado a un artesano “hippie†de la plaza Francia de Buenos Aires, Goran Nicolic (argentino de ascendencia cróata) sin ninguna experiencia actoral previa, a quien Fresán eligió por su parecido fÃsico con el presunto monarca patagónico.
En otros roles aparecÃan excéntricos personajes porteños de la bohemia setentista, como Bernardino Rivadavia (homónimo y descendiente del prócer), Rubén Falbo (editor de libros) y algunos actores locales. Asà participaron Omar Fossati (amigo de Juan, hombre de intensa actividad teatral por entonces); Adolfo Dallorso (elegido por sus dotes de excelente jinete), su esposa Susana Tessari y Bruno Volponi (quien habÃa tenido un breve paso por la escuela municipal de teatro viedmense), entre otros.
La actividad del equipo de filmación era motivo de permanente curiosidad. No faltaban quienes imaginaban orgÃas de sexo y alcohol por las noches, cuando el elenco y los técnicos realmente terminaban agotados por muchas horas de trabajo al aire libre, sin ninguna de las comodidades del “estilo Hollywoodâ€. Pero, según testimonios que pudo recoger este cronista, uno de los actores –que no ocultaba su condición de gay, lo que por entonces no se aceptaba en estas latitudes patagónicas- habrÃa intentado seducir a un adolescente de una tradicional familia viedmense, causando el imaginable escándalo y repudio.
En unas siete semanas, trasladándose entre Viedma, Patagones, la salina, La LoberÃa y El Cóndor, el material de recreación ficcional casi estuvo listo. Hubo penurias financieras, y por eso el artesano elegido para protagonizar al exótico francés habÃa desertado del equipo, enojado por el atraso en la paga.
Pasó ese verano del ’72, la vistosa troupe de los magos del cine se fue, y de a poco la cuestión de la pelÃcula sobre el loco francés -dirigida por otro loco- fue quedando el olvido. Tiempo después se supo que Juan Fresán se habÃa exiliado en Venezuela y allá era el jefe de arte de “El Diario de Caracas†dirigido por otro argentino: Rodolfo Terragno.
Otra pelÃcula, una buena idea pero sin nombrar al inspirador
Cuando los argentinos recuperamos la democracia las pantallas de los cines volvieron a brillar con filmes que nos proponÃan temas y enfoques nuevos, sin temor a la censura impuesta y la autocensura defensiva.
El 28 de agosto de 1986 se estrenó “La pelÃcula del Reyâ€, con dirección de Carlos SorÃn sobre su propio guion escrito junto a Jorge Goldenberg. Esta realización, ópera prima de SorÃn, estuvo protagonizada por Ulises Dumont, Julio Chávez, Villanueva Cosse, Roxana Berco, Miguel Dedovich y Ana MarÃa Giunta. La sinopsis que se entregaba a la prensa, como adelanto a la premiere, indicaba que “la historia se centra en las vicisitudes de un director de cine argentino empecinado en filmar una pelÃcula basada en la vida de Orélie Antoine de Tounens, el “Rey de la Patagoniaâ€. Lentamente, el proyecto personal se convierte en una obsesión que borra las fronteras de la realidad y la ficción.â€
Cuando este cronista se enteró de la noticia, a través de los medios de prensa de la Capital, no pudo evitar un sobresalto; y de inmediato hizo correr el comentario con amigos memoriosos que también recordaban la incursión cinematográfica de Fresán. La sospecha de que la historia que se estaba estrenando en los cines porteños era –en carne propia- la del realizador viedmense se confirmó enseguida, cuando alguien aseguró que tanto SorÃn como Goldenberg habÃan sido parte del proyecto de “La Nueva Franciaâ€, 14 años antes.
Un tiempo después el filme se pudo ver en un cine de Viedma. Impecable relato, con buenas interpretaciones: Chávez como el atribulado director; Dumont en el rol del colérico productor y Dedovich componiendo al artesano de Plaza Francia que convocan para el papel del extravagante francés y pierde todo el interés en el asunto por las dificultades de todo tipo.
Aquel artesano de plaza Francia elegido como protagonista.
Pero en ningún momento, ya fuese en los tÃtulos iniciales o en los créditos finales, se lo reconocÃa a Fresán como el impulsor original de la mirada cinematográfica sobre Orllie Antoine.
La voz del propio Juan Fresán, el enojo con sus “ex amigosâ€
En febrero de 2003, casi treinta años después de aquella calurosa tarde de enero del ’72, este cronista dialogó telefónicamente con Juan Fresán, que ya estaba instalado de regreso en Buenos Aires. El propósito era redactar una nota sobre su frustrada pelÃcula, para publicar en el quincenario “Nosotros†que se editaba por entonces en Viedma; fue la primera y única entrevista en la que Fresán habló sobre aquel proyecto.
La charla comenzó con la anécdota de los autos modelo 70 pasando en cámara junto al carrito del francés.
“Ese era el código de la pelÃcula, mezclaba varias épocas, la historia del francés en 1870 y el exterminio de los indios encargado por los Menéndez Behety a principios del siglo 20, y la ciudad de los Césares que la filmé en El Chocón. Era un proyecto que habÃa comenzado meses antes en ParÃs, donde habÃa contratado al fotógrafo Ricardo Aronovich, requerido por entonces por los cineastas más cotizados de Europa, para hacer una serie de entrevistas en la calle†recordó Fresán, en el comienzo de ese diálogo exclusivo.
Siguió contando que “a los franceses les hacÃamos tres preguntas, en la avenida de los Campos ElÃseos, ¿sabÃan dónde quedaba la Patagonia?, ¿dónde quedaba la Argentina? y ¿sabÃan que habÃamos tenido un rey francés en la Patagonia? Las respuestas eran increÃbles, algunos confundÃan la cosa con la Atlántida, decÃan que la Patagonia era un continente que se habÃa hundido, otros tenÃan como referencia de la región al entonces presidente de Chile (Salvador) Allende y le mandaban un saludo. También en ParÃs filmamos una larguÃsima entrevista del periodista Tomás Eloy MartÃnez a Phillippe Boiry, que se decÃa descendiente del loco aquel y aseguraba tener derecho al tÃtulo de rey de la Patagoniaâ€.
Precisó Fresán que “esa filmación documental era la columna vertebral de la pelÃcula, con un tratamiento muy especial que nunca se habÃa hecho hasta ese momento en el cineâ€.
Después de tres décadas Fresán seguÃa pensando que “era un material espléndido, de primeraâ€, y prosigió su relato: “faltaban solamente dos dÃas de filmación (escenas que se iban a rodar en Buenos Aires) cuando tuve que salir rajando del paÃs por presiones del gobierno militar (se refiere a un allanamiento en su domicilio por una patota de la dictadura cÃvico militar instalada en marzo de 1976, pero la filmación de la pelÃcula estaba interrumpida desde cuatro años antes), porque aunque yo nunca fui un hombre comprometido con algún partido polÃtico, soy un agnóstico, tenÃa relaciones con muchas figuras del ambiente intelectual y artÃstico que estaban siendo perseguidosâ€.
“Entonces tuve que dejar todos los rollos en la casa de un ex amigo (Fresán se resistió, durante toda la entrevista a nombrar a sus dos colaboradores más cercanos en la pelÃcula “La nueva Franciaâ€) y desde Venezuela, en donde me habÃa radicado para entonces intenté sin éxito que me mandaran el material fÃlmico para terminar allá la pelÃcula; porque además allá estaban Tomás Eloy MartÃnez que tenÃa que completar la continuidad de una escena y el actor Juan Carlos Gené que iba a interpretar al juez que declaró la locura de Orellie Antoine†continuó su relato.
Esas gestiones fracasaron por problemas arancelarios y polÃticos “cuando al fin pude volver al paÃs fui a la casa del ex amigo y misteriosamente dos rollos faltaban, con las escenas más complicadas e imposibles de reconstruir: el incendio de un campo de “Tocho†Pérez (cerca del balneario El Cóndor) que hicimos con su autorización por supuesto para el final de la pelÃcula; y la mutilación de indios que filmamos con gran despliegue de sangre de utilerÃa en la playa del Faro, con 20 extras que se cagaron de frÃo entre las piedrasâ€.
El proyecto de pelÃcula, una visión personal y original acerca de la vida del falso rey francés y otras desgracias de la historia patagónica, se convirtió para Juan Fresán en “una gran frustración, al mismo tiempo un sentimiento de tristeza y de bronca, porque sigo convencido que estábamos haciendo un gran trabajoâ€.
Fresán hizo cine de ficción en Venezuela, pero concentró su creatividad en campañas publicitarias y de propaganda polÃtica, como la que llevó al gobierno al presidente Jaime Lusinchi, en 1983. Al regresar a la Argentina, después de 1984, no logró reinsertarse en la industria.
En aquella entrevista exclusiva no quiso mencionar a sus dos principales colaboradores en el proyecto abortado. Pero en la página www.cinenacional.com se confirma que en la elaboración del libro de “La Nueva Francia†participó Jorge Goldenberg y como director de fotografÃa estuvo Carlos SorÃn.
Estos mismos nombres se repiten en la ficha técnica de “La pelÃcula del rey†(1986), dirigida por SorÃn y con libro compartido con Goldenberg.
Una renovada mirada sobre Fresán y la pelÃcula que no fue
En el año 2009 un grupo de jóvenes cineastas, encabezado por Lucas Turturro, llegó a la comarca de Viedma y Carmen de Patagones para tomar imágenes en los mismos sitios en donde allá por 1972 habÃa filmado Fresán.
En diálogo con este cronista el realizador recordó que “estaba todavÃa cursando en la Universidad del Cine, en el año 2004, cuando Juan Fresán se acercó para pedir ayuda en la limpieza del material inconcluso, que habÃa encontrado después de 30 años».
«Con un compañero limpiamos ese material y después hicimos una especie de transfer casero, tras lo cual Juan nos propuso trabajar en la reconstrucción de la pelÃcula que habÃa dejado sin terminar antes de exiliarse†añadió. En ese intento Fresán les pidió que filmaran una escena con un cantor de tangos callejero, Baldomero Tapia, en un improvisado set en el departamento del mismo realizador, enfrente de plaza San MartÃn, en Buenos Aires. “Fue todo muy extraño, Fresán dirigÃa sin mirar lo que ocurrÃa delante de la cámara, porque se ponÃa de espaldas a la escena†recordó.
Fresán murió en julio de 2004 y la tarea quedó nuevamente interrumpida, pero Turturro mantuvo el interés en el tema, hasta convertirlo en un documental sobre la vida y obra del desaparecido artista viedmense. “Mi idea original era terminar la pelÃcula que Juan querÃa hacer, pero eso era imposible porque sólo habÃa un borrador de guión con tachaduras y me resultaba muy difÃcil interpretar lo que él querÃa hacer, además todo el material recuperado carece de banda de sonido y sólo en algunas escenas pudimos encontrar los diálogos escritos en el guión y los pusimos escritos como en el viejo cine mudo» advirtió al respecto.
El afiche del documental «Un Rey para la Patagonia».
El documental, titulado “Un rey para la Patagonia†rescató la entrevista del periodista Tomás Eloy MartÃnez, en ParÃs, a quien se decÃa heredero del autoproclamado Rey de la Patagonia; y escenas muy particulares en la salina de Cardenal Cagliero, cerca de Patagones; en la calle Bynon del barrio portuario de Carmen de Patagones; en el cementerio de la misma ciudad bonaerense; en el viejo matadero municipal viedmense, y otras en la playa y acantilado del balneario La LoberÃa.
“Después agregamos entrevistas a Terragno (que dirigió “El diario de Caracasâ€), Nelly Fresán, (hermana de Juan), Galo MartÃnez (amigo de la infancia en Viedma), Mary Tapia (la vestuarista), el sociólogo Christian Ferrer, el fotógrafo Jorge Manson, el editor Daniel Divinsky, otras personas y Carlos SorÃn; a él le hice varias preguntas que trataban de sugerir respuestas sobre el enojo de Fresán por haberse apropiado de su idea, pero evitó referirse al asunto†agregó Turturro ,â€dijo que alguna vez Fresán expresó que él no necesitaba homenajesâ€.
En diálogo con Alerta Digital comentó finalmente que “la idea fue actualizar y ponerlo presente a Juan Fresán con un montaje de imágenes y una forma de relato que de alguna forma rescata su estéticaâ€. Una estética cinematográfica que se adelantó un par de décadas, acota el cronista.
Lucas Turturro y Clara Bianchi, directora de fotografÃa.
“Un rey para la Patagonia†se presenta con el irónico subtÃtulo de “una superproducción subdesarrollada†que Fresán también usaba para referirse a su proyecto de “La Nueva Franciaâ€, y cuando transcurren los primeros minutos de la obra se escucha la voz de Turturro explicando que “es la batalla por la reconstrucción de una pelÃcula, o tal vez es una obsesión de años y años. Es asà que nueve rollos de celuloide y un guión destartalado definen mi destino: porque ni se imaginan lo que es hacer una pelÃcula junto a un muertoâ€. El propósito se alcanzó, se percibe claramente el tronco central del relato y se entiende cuál era la esencia vital de Juan Fresán. Además de las bellas imágenes poéticas hay otras, de valioso contenido histórico documental, como cuando -a los 43 minutos y 39 segundos- se observa una antigua construcción colgada del acantilado de La LoberÃa, destruida por una tormenta hace más de 45 años.
Los filmes “La pelÃcula del Reyâ€, de Carlos SorÃn; y “Un rey para la Patagonia†de Lucas Turturro, se pueden ver por internet. La primera se ubica en youtube, en una copia con baja resolución; la segunda está, con buena calidad, en la plataforma Cine.ar Play. Recomendables los dos.
Fuente: Alerta Digital

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