Como abogado no prejuzgo, pero  aún sin prejuzgar, que salgan a la luz  presuntas conductas violentas del ex presidente Alberto Fernández me genera bronca, indignación, tristeza.

Si bien en derecho existe el principio de que una persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario y serán los jueces los que lo determinen,  la sola sospecha es suficiente para sentirme triste, embroncado y como argentino avergonzado.

Cómo militante político no guardaré silencio, no voy a callar si se comprueba la existencia del delito violento que se le imputa a este tipo.

De ser ciertos los hechos  denunciados, como todo parece indicar, se trataría de un hecho doblemente grave,  porque no se trata de un ciudadano común sino porque se trata de quien fuera el presidente de los argentinos.

Es fundamental que la justicia se expida a la brevedad.

Que un jefe de estado esté acusado de un delito de esta índole me revuelve las tripas.

De ser encontrado culpable,  espero para él la más duras de las condenas previstas para su accionar.

Es fundamental,  que en Argentina se terminen con las conductas machistas y violentas, físicas y verbales, públicas y privadas contra las mujeres, sancionando severamente a todos aquellos que las ejecuten, empezando por los funcionarios y representantes políticos, sea del color partidario que sea.

*Exlegislador, dirigente del PAR Viedma