Jueves, 30 de octubre
REGIONALES

"Negros y Luminosos" de Claudio García/Por Jorge Castañeda

Cada vez que recibo un libro dedicado por su autor siento una alegría grande como una pradera.

Cada vez que recibo un libro dedicado por su autor siento una alegría grande como una pradera. Ya he dicho que la colección de libros dedicados por sus autores, más de ochocientos, son los anaqueles de mi biblioteca que recorro con mayor afecto. Tal vez porque sé que detrás de cada uno hay alguien que siente con el alma, que se emociona, que sufre y se alegra, que encuentra en arte de palabra su lugar en el mundo, su destino predilecto, su mayor oficio. Ellos, los libros dedicados buscan en cada estante la compañía que más les gusta. Yo los dejo hacer, porque sé que se juntan por pura empatía.

Este nuevo libro de Claudio tiene un prólogo de la poeta Liliana Campazzo. Y cita unos versos del gran Juarroz, donde discurre sobre la finalidad de la Poesía: “Una escritura que se pueda leer hasta en la muerte”.

Yo tengo todos los libros de Claudio y a veces como sucede cuando uno ya tiene algunos años, más que leer algo nuevo, suele releer. Y varios de sus textos nos hacen pensar y nos despiertan una sonrisa, porque como Cortázar sabe jugar con el lector y consigo mismo. Tienen sus libros un sentido lúdico.

En su amable dedicatoria se puede leer: “Para Jorge, con afecto y admiración a un lector atento y mejor poeta y cronista” 01/12/2020.

El libro, como bien lo ha señalado el maestro Carlos Espinosa, son tres en uno, perfectamente parcelados. A mí me gustan los “cactus”, pero siento respeto por los “podadores de flores” y me sorprenden los “negros y luminosos” que dan su título al libro.

Los versos de Claudio tienen una gran musicalidad, claro, porque también es músico y cantor, y ¿acaso la poesía no es esencialmente música y palabra potenciada? Es tan así que ante “Lili” dan ganas de agarrar la guitarra y cantar: “En la noche clara/ estrella y luna/ tenerte entre mis brazos/ es mi fortuna.  Basta que me sonrías/ para que acuda/ te llevo una manzana/ si estás desnuda. 

Terminada su lectura dejo a los negros y desnudos en el anaquel correspondiente, pero no tengo la seguridad que se queden en el lugar asignado, ellos buscarán su propio acomodo entre los otros libros dedicados. Me dará algo de trabo encontrarlos, pero así es la magia de la literatura.

Gracias, amigo Claudio García, por tu envío. De alguna forma la Poesía nos hermana, y los poetas como los árboles de Casona sabemos “morir de pie”.

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