Pocos hombres de nuestra historia tuvieron un pensamiento tan preclaro de los destinos de la patria que nacía. Las ideas políticas de Mariano Moreno tienen todavía hoy una vigencia absoluta.

Supo señalar el arduo camino que tendrían que afrontar los mandatarios criollos. Así escribió que “Si el gobierno huye al trabajo, si sigue las huellas de sus predecesores conservando alianza con la corrupción y el desorden, hace también traición a las justas esperanzas del pueblo, y llega a ser indigno de los altos deberes que se la han encomendado. Es preciso pues emprender un nuevo sendero en que lejos de hallarse alguna salida, será necesario practicarla por entre los obstáculos que el despotismo, la venalidad y las preocupaciones han amontonado después de siglos ante los progresos de la felicidad de este país”.

Y en esa tarea cívica que necesitaba la Patria que nacía ofrece nuestro prócer sus mejores intenciones a pesar que las exigencias que el ejercicio del poder impone a a los hombres que ocupan los altos cargos públicos, “como previendo el choque de pasiones que despertará la asunción del gobierno por parte de la Primera Junta y el probable destino desdichado de las primeras autoridades criollas”. Por eso reflexiona que “después que la nueva autoridad haya escapado los ataques a que se verá expuesta por sólo la calidad de ser nueva, tendrá que sufrir los de las pasiones, intereses e inconstancia de los mismos que ahora fomentan la reforma. Un hombre justo que esté al frente del gobierno, será tal vez la víctima de la ignorancia y de la emulación. El sosiego que he disfrutado –prosigue Moreno- hasta aquí en medio de mi familia y de mis libros, será interrumpido. Pero nada de esto es capaz de embarazarme un punto, si es cierto que la voluntad general me llama a tomar una parte en la dirección de su causa. Si mi persona es necesaria, yo no puedo negar a mi Patria el sacrificio de mi tranquilidad individual, de mis tareas, de mi fortuna y aún de mi vida”. Igual que ahora.

“En vano –afirma sobre el nuevo gobierno patrio- sus intenciones serán rectas, en vano harán grandes esfuerzos por el bien común, en vano procurarán congresos, promoverán arreglos y atacarán el despotismo; si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y y lo que se le debe, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía”. Palabras todavía vigentes para el país de los argentinos.

Un poeta amigo, Oscar González, dejó para la historia un retrato de Mariano Moreno, que tituló “Mariano de fuego y alas”.

El año 10 se alejaba/ y en aquel diciembre arisco/ un vientito de pezuñas/ soplaba púas del río.  Mariano Moreno cruza/ sin mirar atrás la Plaza/ su sangre jacobinera/ le galopa alborotada.  Paso firme gesto abierto/ como le cuadra a un patriota/ las vendedoras desgranan/ pregones de mazamorra.  Periodista en la Gaceta/ y secretario en la Junta/ lleva los pájaros sueltos/ desenvainada la pluma.  Lleva también un decreto/ con relación a lo dicho/ por un tal Duarte en un brindis/ de ebrios y de dormidos.  Recuerda el último otoño/ en la brava Buenos Aires/ los insurrectos de Mayo/ al virrey dándole baile.  Y ahora vienen los que intentan/ cambiar de rumbo la cosa/ no la llevarán de arriba/ la historia tomará nota.  –Meta nomás don Mariano/ póngale marca a esa hacienda/ dice un paisano al descuido/ cuando atraviesa la puerta.  Por unos cuantos cangrejos/ la revolución peligra/ no le harán el caldo gordo/ los compadres morenistas.  No pudo con los molinos/ aquel Quijote porteño/ y gano la mar un día/ sin llegar a ningún puerto.  Cuántos Marianos Morenos/ a la Patria hicieron falta/ con Planes de Operaciones/ con  su genio y su palabra.  Moreno cruza la historia/ Mariano de fuego y alas/ como aquel 6 de diciembre/ a paso firme la Plaza”.

 

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