Brown y Bouchard, dos patriotas del mar que terminaron enemistados/Por Claudio GarcÃa
Corsarios en su origen, el almirante Guillermo Brown -quien nació un dÃa como hoy de 1777 en Irlanda- y el capitán Hipólito Bouchard, escribieron páginas gloriosas de nuestra historia .
Corsarios en su origen, el almirante Guillermo Brown -quien nació un dÃa como hoy de 1777 en Irlanda- y el capitán Hipólito Bouchard, escribieron páginas gloriosas de nuestra historia en aquellos años de la lucha americanista contra los españoles y la patria naciente. Pero entre ellos terminaron teniendo un odio personal.
Guillermo Brown, el “primer almirante de la patriaâ€, tuvo un rol decisivo en el proceso de independencia de España, en la lucha contra los realistas que en principio fue “americanista†y en el triunfo en la guerra con el Brasil. Nacido en Irlanda un 22 de junio de 1777, fue un “corsoâ€, un extranjero contratado en los albores de la patria, pero abrazó la causa de la liberación del dominio español y en poco tiempo se convirtió en un protagonista excluyente de nuestra historia, un patriota, “Ãdolo del pueblo†por sus victorias al mando de una flota precaria.
Como definió el historiador Miguel Ãngel De Marco, los corsarios fueron en general aventureros “que al mando de barcos mercantes armados en guerra y con patente de sus respectivos gobiernos tenÃan por misión perseguir a aquellos forajidos o a las embarcaciones de paÃses enemigosâ€.
Junto con Guillermo Brown hubo otro corsario que terminó también siendo un patriota, que realizó hazañas del mismo nivel que nuestro primer almirante e incluso en algún sentido mayores, como todas las circunstancias de su viaje alrededor del mundo con la fragata “La Argentinaâ€: Hipólito Bouchard, que en su época fue más conocido con el nombre de capitán Buchardo o comandante Buchardo.
Pero Brown y Bouchard terminaron con un odio personal, enemistados, se imaginaban uno del otro “colgado de una vergaâ€, aunque supieron hacer causa común cuando lo exigió la lucha contra los españoles. Una historia que se debe contar.
GUILLERMO BROWN
De Marco escribió una semblanza muy ajustada de Guillermo Brown.
Nació el 22 de junio de 1777 en Foxford, Irlanda, Brown llegó al Plata en 1809 y en un principio sólo fue un extranjero más; un capitán mercante que desarrollaba sus actividades de cabotaje sin mayores contratiempos. “Pero al estallar la Revolución de Mayo, y sobre todo a partir de 1813, cuando se le encomendó la formación de la segunda escuadra patriota, su nombre comenzó a ser mencionado con respeto y admiraciónâ€, señaló.
Escribió el historiador que aquel teniente coronel extranjero “trabajaba con entusiasmo incansable para convertir en buques de guerra a las modestas y generalmente anticuadas naves de tráfico fluvial que habÃa podido comprar un gobierno acuciado por los gastos de una guerra librada en varios frentesâ€.
Se dudaba del éxito que pudiera obtener frente a la temible flota realista de Montevideo, pero lo obtuvo. “El regreso a Buenos Aires, tras haber despejado el peligro en los rÃos argentinos luego del combate naval de Montevideo, estuvo signado por la gratitud y el entusiasmo de la población que honró a los veteranos y a los noveles marinosâ€, expresó De Marco.
El historiador resumió además que terminada la campaña “Brown emprendió una campaña corsaria con la fragata Hércules que le donó el gobierno; el bergantÃn Trinidad (al mando de Miguel Brown), el bergantÃn Halcón (a las órdenes de Hipólito Bouchard) y la goleta Constitución (comandada por Oliverio Rusell, armada por el patriota chileno Julián Uribe, que naufragó a poco de partir). El crucero llegó a la zona glacial antártica (se estima que pudo avistar las costas septentrionales de la PenÃnsula Antártica). Luego del penoso cruce del Cabo de Hornos marchó hacia el oeste ingresando en el Océano PacÃfico. Recorrió las costas de Chile, Perú y Ecuador, entre 1815 y mediados de 1816. En Guayaquil fue hecho prisionero, luego de intenso batallar, y lo rescataron sus camaradas de luchas y aventuras en un episodio memorableâ€.
De Marco allà menciona como al pasar lo que después desarrollaremos con más detalle: “Producida la separación de Bouchard, intentó regresar a Buenos Aires, pero al enterarse de que pesaba sobre él una orden de arresto por haber zarpado en la campaña anterior sin orden del gobierno, volvió a hacerse a la mar y fue apresado por los ingleses, que le arrebataron todas sus presasâ€.
Relató además De Marco que durante la guerra con el Brasil (1825-1827) “el prestigio del almirante llegó a su cenitâ€, ya que enfrentó “con unos pocos barcos a la escuadra más grande de Sudaméricaâ€. Y terminó haciendo retirar las naves brasileñas: “Los fracasos y triunfos de la Escuadra Republicana -especialmente la batalla de Juncal, donde Brown ciñó la espada que le obsequiara el coronel inglés Ramsay- jornada de gloria para las armas argentinas, originaron parecidas muestras de admiraciónâ€.
Alguna vez escribà en un artÃculo que el accionar de Brown en el RÃo De La Plata, la de otros generales en tierra, junto a la Gesta del 7 de Marzo, cuando se derrota a las naves brasileras acá en la zona de comarca Viedma-Patagones, completaron una victoria contundente contra el imperio brasilero que fue traicionada “por la polÃticaâ€:
“El 9 de febrero de 1827, el Alte. Brown triunfa en la batalla de Juncal, en el rÃo Uruguay e impone asà su dominio en el RÃo de la Plata; el 13 de febrero de 1827, el triunfo de Bacacay logrado por el general Juan Galo de Lavalle; el 15, Mansilla en Ombú; el 20, Alvear en Ituzaingó, y los primeros dÃas de marzo la derrota de los brasileros –más de 600 hombres, de los cuales unos 250 eran ingleses o norteamericanos y algún francés- en Carmen de Patagones. A pesar de la victoria militar (un autor brasilero Manuel de Oliveira Lima señaló en su libro Formación Histórica de la Nacionalidad Brasileña que “la Argentina pudo reclamar para sà los mejores triunfos militares y diplomáticosâ€), desde el gobierno de Rivadavia se buscó una paz que terminarÃa perjudicando a nuestro paÃs con la pérdida del actual Uruguay, que era una de sus principales provincias. Es que atrás de la guerra con el Brasil siempre estuvo operando Gran Bretaña, que terminó logrando uno de los principales objetivos del imperio: evitar que la Argentina tuviera el dominio en su totalidad del RÃo de la Plata, y por ende del puerto de Montevideoâ€.
Sobre Brown hay que agregar, volviendo a la semblanza de De Marco, que a lo largo de su retiro del servicio y durante su gestión como gobernador delegado de Lavalle (1828), en el perÃodo en que se desempeñó como jefe de la escuadra de Rosas, continuó gozando del respeto de propios y extraños, incluso del general italiano Giuseppe Garibaldi, vencido en Costa Brava (15 de agosto de 1842), quien señala en sus Memorias: “(Brown) es la primera celebridad marÃtima de la América meridional, con justos tÃtulos, porque habÃa mandado la escuadra de Buenos Aires en tiempos de la dominación españolaâ€.
En sus últimos años, afectado por una neurosis que lo amargó completamente, no le fue ajeno el afecto popular, que se manifestó caudaloso cuando el Viejo Bruno, como se lo llamaba cariñosamente, pasó a la inmortalidad, el 3 de marzo de 1857.
HIPÓLITO BOUCHARD
Bouchard nació en Francia y su crianza en un puerto de mar ya lo marcó para que se dedicara a la navegación y al comercio. Estaba en Buenos Aires al estallar la revolución de 1810 y a partir de allà se comprometió con los intereses de la independencia argentina y la libertad americana.
Formó parte de la primera escuadrilla que armó el gobierno revolucionario, tuvo una breve etapa en que participó de la guerra en tierra firme y asÃ, al mando de San MartÃn, participó en el combate de San Lorenzo. Años después volverÃa a acompañar al Libertador en su memorable expedición al Perú.
Sobresalió como corsario argentino en el mando de la fragata “La Argentinaâ€, con la que prácticamente dio la vuelta al mundo.
Mitre resumió muy bien los hitos del mando de Bouchard en “La Argentinaâ€: “Una campaña de dos años, dando la vuelta al mundo en medio de contÃnuos trabajos y peligros, una navegación de diez a doce mil millas por los más remotos mares de la tierra; en que se domina una sublevación, se sofoca un incendio a bordo, se impide el tráfico de esclavos en Madagascar; se derrota a los piratas malayos en el estrecho de Macasar, se bloquea a Filipinas anonadando su comercio y su marina de guerra, se domina parte de la OceanÃa, imponiendo la ley a sus más grandes reyes por la diplomacia o por la fuerza; en que se toma por asalto la capital de la Alta California, se derrama el espanto en las costas de Méjico, se hace otro tanto en Centroamérica, se establecen bloqueos sobre San Blas y Acapulco, se toma a viva fuerza el puerto de Realejo, apresándose en este intervalo más de 20 piezas de artillerÃa, rescatando un buque de guerra de la nación, y aprisionando o quemando cerca de 25 buques enemigos, dando el último golpe mortal al comercio de la metrópoli en sus posesiones coloniales y paseando en triunfo por todo el orbe la bandera que se le habÃa confiado, es ciertamente un crucero memorable y digno de ser historiadoâ€.
Cabe agregar otros detalles, no menores. Julio Manrique, tripulante de “La Argentina†asegura que antes de dirigirse a las Islas Sándwich el corsario argentino planeó atacar la isla británica de Santa Elena y liberar a su admirado Napoleón. Y que no lo hizo por las represalias que se hubieran tomado contra la naciente patria argentina.
Otro aspecto en el que difieren los historiadores tiene que ver con la bandera argentina. Si bien hablan en general que enarbolaba la bandera celeste y blanca, en realidad la original era azul y blanca, es decir, el azul y no el celeste fue el color primigenio de nuestra enseña. Por eso se afirma también que las nuevas naciones centroamericanas eligieron el color azul para sus banderas en homenaje a los corsarios argentinos que hostigaron a los españoles en sus tierras.
BROWN Y BOUCHARD
En los primeros meses de 1815 corrÃa el rumor que España –donde ya Fernando VII habÃa sido repuesto en el trono- estaba preparando una expedición para recuperar el RÃo de la Plata.
Complicada también la situación militar en el Alto Perú, se decide en Buenos Aires que los buques corsarios asuman la misión de impedir que los españoles llegasen al Plata. En realidad primero se quiso formar una escuadra al mando de Guillermo Brown, pero la escasez de fondos hizo optar por las operaciones corsarias en el mar. Se supo también que la expedición española habÃa salido de Cádiz pero ya no para la zona del RÃo de la Plata sino para Venezuela y Nueva Granada.
Por convenio con el director supremo Alvarez Thomas, Brown fue designado comandante especial de una expedición corsaria en el PacÃfico con los barcos SantÃsima Trinidad y Hércules. Paralelamente, un 12 de septiembre de 1815, se otorgó patente de corso a Hipólito Bouchard para que comandase el bergantÃn Halcón y que se pusiese a las órdenes de Brown.
Como escribió Mitre: “Puestos de acuerdo Brown y Buchardo, los dos jefes del corso se dividieron como dos soberanos el imperio del mar PacÃfico. Brown se dirigió a Juan Fernández con intento de dar libertad a los prisioneros patriotas que allà existÃan, y Buchardo cruzando las costas de Chile y del Perú, estableció el bloqueo del Callaoâ€. Allà Buchardo apresó la fragata Consecuencia, que venÃa de España con un rico cargamento, que de esta manera pasó a manos de la escuadrilla republicana y que posteriormente quedarÃa su mando rebautizada con el nombre de “La Argentinaâ€.
Los historiadores cuentan que en el bloque del Callao se inició una rivalidad en Brown y Bouchard por la cual uno del otro terminó deseando que “debÃa ser colgado de una vergaâ€, aunque siempre dejaron sus disputas personales de lado cuando se trataba de atacar con decisión al enemigo común.
En el bloqueo de la bahÃa del Callao causaron durante 20 dÃas muchas pérdidas al enemigo. Luego, Brown y Bouchard concertaron un ataque sobre la ciudad de Guayaquil. Allà Bouchard con el Halcón se apoderó de la fortaleza de la Punta de Piedras y se hizo de la bandera española. Pero Brown no tuvo suerte en su ataque –la SantÃsima Trinidad quedó varada en seco en la costa- y terminó capturado. Pero el hermano de Guillermo Brown, Miguel Brown al mando del Hércules y Buchardo al mando del Halcón continuaron el hostigamiento del puerto hasta lograr, vÃa un tratado, su liberación. Allà se negoció también la devolución de los buques apresados por los corsarios argentinos, y el resarcimiento económico por terminar las acciones de guerra y salir mar afuera. Por ejemplo, los capitanes argentinos entregaron la Candelaria a los españoles, la SantÃsima Trinidad quedó también en manos de los realistas, pero la Consecuencia quedó bajo propiedad de los corsarios.
Para Mitre, Buchardo “dejó bien puesto el honor de la bandera argentina con gran utilidad pecuniaria para los armadores del corsoâ€. Pero el hecho de la liberación de Brown por parte de la decidida acción de Bouchard profundizó su enemistad y luego de salir a mar abierto ambos decidieron de común acuerdo separarse. Allà el Halcón pasó a manos de Brown y Buchardo se hizo de la Consecuencia que bautizó “La Argentinaâ€, con la que realizó incontables hazañas. (APP)
BIBLIOGRAFÃA: “Guillermo Brown, el irlandés que se convirtió en Primer Almirante argentino†de Miguel Ãngel de Marco, publicada en Infobae. “Vida aventurera de Sir Francis Drake†de Saint Cross, editorial Codex. “Episodios de la revolución†de Bartolomé Mitre, editorial Universitaria de Buenos Aires. “Corsarios argentinos†de Miguel Ãngel De Marco, editorial Planeta. “La fantástica gesta del capitán Hipólito Bouchard y las campañas corsasâ€, recopilación de Héctor Oscar Cottonaro. “El corsario albiceleste: Hipólito Bouchardâ€, ensayo de Pablo MartÃn Cerone.

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