Jueves, 06 de noviembre
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Bairoletto, un romántico ladrón tipo Robin Hood, o un vulgar y despiadado asesino?/Por Eduardo Reyes

En el libro “Lo que nadie conto de Bairoletto” de Carlos Heim se cuentan aspectos de la vida de este delincuente que era protegido por caudillos políticos radicales y comisarios.

En el libro “Lo que nadie  conto de Bairoletto” de Carlos Heim un paciente investigador y recopilador de las informaciones sobre las andanzas de Juan Bautista Bairoletto, cuenta aspectos de la vida de este delincuente que era protegido por caudillos políticos radicales y comisarios.

El autor del libro, radicado en Eduardo Castex, provincia de La Pampa se interesó por la vida y acción  de este personaje, cuando sus mayores le hablaron de èl y por otros varios libros de distintos autores referidos al mitico Bandido rural nacido en Santa Fe, que llegaron a sus manos

 Destaca el autor de la obra, que contiene numerosas historias recopiladas, aunque lamenta que muchos expedientes desparecieron en el ámbito policial. Afirma ademas que se trata de un mito que Bairoletto robaba a los ricos para distribuirlo entre los pobres.  Lo asegura porque en la Pampa, sostiene también,  no había estancieros, y dos de sus víctimas, Mandrile o Bonetto eran propietarios de unas 200 hectareas y apenas el producto de las mismas les alcanzaba para vivir.

Cuenta también Heim en su libro, que cuando asalto a un vendedor ambulante en General Roca, provincia de Rio Negro llamado Pablo Carballo, este le solicito un poco de agua, Bairoletto le respondio con tres tiros por la espalda.

El autor deja sentado asimismo que el no emite opinión sobre Bairoletto, y sòlo hace referencia a la información obtenida de sus investigaciones, muchas de ellas lograda de la colección de diarios de la época como Critica y Noticias Graficas.  Hace mención además de cierto enfrentamiento entre Bairoletto y el Turco Farache, posiblemente por una mujer, “la Dora”, aunque otras versiones señalan que la disputa era por un caballo robado.

 Hein cuenta también en su libro un sangriento hecho acontecido en Villa Regina, y que aún hoy es recordado en ese lugar por afectar a tradicionales familias del lugar.

 En 1928, Bairoletto junto con su secuaz Victor Helmes y otros delincuentes de la banda venían azotando la región con distintos actos violentos y robos cometidos en una amplia región comprendida por Otto Krausse, Chichinales, General Enrique Godoy, Paraje Julian Romero, Contralmirante Cordero, Cipolletti, Mencue, El Cuy y Catriel entre otras  poblaciones.

 En ese raid delictivo asaltaron  varios almacenes de la región en los que se aprovisionaban los chacareros y entre esos comercios, el que pertenecía a la familia Muner de  Villa Regina. Segùn algunas versiones recogidas, cometido el atraco y cuando se aprestaban a huir, advirtieron que alguien se cercaba con una linterna a quien balearon impiadosamente.

 Algunos señalaron luego que habrìan considerado que se trataba de efectivos policiales, lo que no cambia en absoluto la intenciòn y queda en claro el instinto asesino de Bairoletto y Helmes

La victima en este caso resulto una mujer de solo 21 años, Ana Sferko de Nelli que recibió cinco balazos en el pecho cuando llegaba al almacen de Muner a comprar provisiones, mientras su pequeña hija de escasos meses de vida había quedado al cuidado de su padre Josè Nelli.

El asesinato de la joven mujer produjo  conmoción y consternación, por varias razones, entre ellas por la personalidad de la joven, por haber dejado una niña de solo cinco meses y por pertenecer a una familia muy relacionada con la población de la región, muchos de los cuales pasaron luego a desempeñarse en importantes cargos en la Administraciòn Publica, en el ámbito Judicial y Empresarial.

 Quienes se han convertido en defensores de este maleante, afirman que la muerte de Ana Sferko fue para Bairoletto un estigma que lo persiguió hasta sus últimos días y sostienen que el desalmado asesino era su compinche Helmes.

Algunos de quienes escribieron sobre Bairoletto, lo consideran o se refieren a este bandolero como el Robin Hood criollo o el Robin Hood de las pampas y también se lo identifica con distintos nombres que usaba para huir de las autoridades.  Es asì que se lo menciona como Josè Ortega, Francisco Bravo, Marcelino Sanchez o Martin Mirando, y apodos como “el Pampeano”, “El Atila de las Pampas” o “San Bautista Bairoletto”.

Tantos nombres circulaban por los lugares que supo andar como su Santa Fe natal, La Pampa, Rio Negro y Mendoza y asì lo mencionan en obras de teatro, películas, canciones, poemas y libros.

 Como suele suceder con estos controvertidos personajes que lograron fama y popularidad a causa de sus acciones delictivas, que entre quienes difundieron sobre sus andanzas,  no faltan aquellos que le otorgan un carácter romántico a sus aventuras delictivas.  Varios de los que se ocupan y cuentan su historia se inclinan por contar su astucia y audacia para cometer sus delitos, como que era buen bailarìn, bien parecido y hábil para esquivar la acción policial o de la justicia.

 

            Por otra parte, quienes han sufrido su accionar, ya sea por haber sido víctimas directas de asaltos o  asesinatos o por contar con precisa información respecto a padecimientos sufridos por familiares, obviamente tienen una muy distinta visión de su accionar y se enfrentan entonces las historias que lo ubican como un justiciero a quien después de muerto no faltan quienes le rezan y piden milagros, y obviamente quienes recuerdan a las víctimas, muchos de ellos familiares, amigos o conocidos  que sostienen que se tratò de un vulgar maleante, ladron y despiadado asesino.

Bairoletto murió el 14 de Setiembre de 1941 en un rancho de San Pedro del Atuel en Mendoza tras haber sido cercado por efectivos policiales Rionegrinos, Pampeanos y Mendocinos.

 Algunas versiones afirman que  quienes le dieron muerte fueron agentes de esas policías, en tanto su última mujer Telma Ceballos, afirma que al verse cercado y sin posibilidades de  escapar, se suicidó y cumplió de tal manera su promesa de no aceptar mas ser detenido.

 A partir de entonces nace el mito, y aparecen quienes le rinden culto y homenajes y defienden su figura, al punto que existen comercios con su nombre, su tumba muy visitada y hasta un monumento, y lo definen como un bandido romántico. Como contrapartida, están los que sostienen en forma contundente y sin duda alguna, que se trató de un delincuente que vivió siempre en la marginalidad, fuera de la ley, que robò, matò y no es merecedor de ninguna clase de homenajes.

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