Nuestra democracia cumplió  40 años. Aún están grabados en mi retina aquellos momentos en que salíamos de la dictadura.

Para muchos de nosotros era todo nuevo, había esperanza, comenzábamos  a expresar libremente lo que pensábamos, teníamos una ilusión enorme. Pasaron 40 años, tuvimos de todo,  momentos buenos, malos y  muy malos.

Con todos los defectos que el sistema democratico adolece, muchos de los que abrimos los ojos en aquella primavera de los 80 aprendimos a valorarla, aunque muchas veces tuviera un sabor agridulce y el candidato de turno en que depositábamos nuestra confianza nos dejara con una tremenda desilusión.

Eran  años donde radicales, peronistas, liberales , intransigentes, socialistas,  comunistas e independientes, a pesar de nuestras diferencias, sabíamos de donde veníamos y valorábamos la oportunidad que la democracia abría y queríamos dejar atrás el horror de la dictadura, del sufrimiento de nuestros soldados en Malvinas.

Fue entonces que aprendí que hay momentos en que no hay medias tintas, que uno debe definirse, que cuando de un lado se propone el odio hay que colcarse del otro , que  no podemos volver atrás, que la bronca a gran parte de la dirigencia política no puede cegarnos tanto que nos lleve a votar en contra de los  propios valores democráticos.

Claro que el pueblo tiene derecho a sentirse enojado, dolido,  defraudado, si nos pasa a muchos de los que ingresamos a la política para intentar cambiar las cosas y chocamos una y otra vez con estructuras gastadas y enquilosadas que piensan más en sí mismos que en el bienestar de la gente.

Pero esa bronca y ese enojo no nos pueden llevar a tirar todo por la borda.

La escuchaba a la candidata a vice de Javier Milei, Victoria Villarruel, en el debate con el candidato a vicepresidente de Sergio Massa, Agustín Rossi,  y me trajo el recuerdo de aquella sensación de temor, de preocupación, que debiamos superar, cuando tomados de la mano  con mis compañeras y compañeras de casi todos los  signos políticos marchabamos por las calles de  La  Plata contra la dictadura reclamando democracia.

Es cierto que la política está en deuda y se debe hacer una profunda autocrítica, pero eso no implica que haya que ser neutral cuando hay quienes nos proponen volver 40 años atrás, cuando estamos frente a un candidato a presidente que se divierte dándole golpes de puño a un muñeco con la cara del presidente que encabezó la recuperación democrática, lo que implica un claro desprecio a los valores que Raúl Alfonsín representa.

Yo voy a votar a Sergio Massa, con mis dudas,  respetando a quien vote distinto, puedo entender sus motivos  y enojos. Voto para construir un mejor pais, con diferencias pero sin grietas, pensando hacia adelante pero sin olvidar el pasado.

*Exlegislador, excandidato a intendente, actual apoderado del PAR Viedma

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