Martes, 04 de noviembre
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Es un error hablar de folklore nuevo o moderno/Por Eduardo Reyes

En defensa de los auténticos creadores y cultores del “Folklore Nacional” que engalanan, enriquecen y sostienen nuestras tradiciones con autenticidad, el concepto “moderno” es absolutamente erróneo.

Tiempo atrás,  a raíz de conmemorarse el “Dìa del Folklore”, remitì a manera de colaboración un artículo de mi autorìa, a la Asociaciòn Argentina de Escritores Tradicionalistas, con sede en la ciudad de La Plata a efectos de su publicación, y considere ahora que podría interesarle también e los habituales lectores de esta pagina .  El artìculo surgió a raíz del comentario de un conductor de TV porteño, quien afirmò al presentar a un músico y cantante del momento como representante del “folklore nuevo o moderno”. 

En defensa de los auténticos creadores y cultores del “Folklore Nacional”  que engalanan, enriquecen y sostienen nuestras tradiciones con autenticidad, que el concepto “moderno” es absolutamente erróneo, ya que tras analizar el tema por aquellos investigadores y estudiosos de lo popular se inclinaron por utilizar la palabra anglosajona “folklore”, “folk” (pueblo, gente, raza), “lore” (acervo, saber popular, ciencia) por lo tanto debe interpretarse que se trata de todo aquello que esta vinculado con “antigüedades populares” ya que es toda costumbre que se transmite de generación en generación, adaptada y modelada por el medioambiente que vive la gente, es la bebida, el vestuario, comida, danzas, la mitología, las leyendas, las canciones, las manifestaciones artesanales como la cerámica, talabarterìa, mueblería, remedios caseros, cesterìa, tejidos, construcciones, la manera o forma de sentir a los muertos, de celebrar a los santos, en resumen todas las vivencias de un pueblo.

Es importante  destacar también que la palabra “folklore”; “folk” (pueblo) y “lore” (conocimiento) fue creada por el Arqueologo  Ingles Williams John Thoms quien considero que se debía usar un tèrmino para lo que por entonces se llamaban “antigüedades populares”.  En una carta publicada el 22 de agosto de 1846 en la revista “Athenaeum” propuso el uso de aquellas dos palabras del antiguo ingles, folk y lore,  aunque su reconocimiento oficial se obtuvo recién en 1878, cuando en Londres  se constituye la “FOLKLORE SOCIETY”,  y desde entonces se acepta universalmente por los estudiosos de la nueva ciencia que tiene por objeto el estudio de la cultura tradicional del pueblo

En alguna oportunidad, la excelsa interprete surera Suma Paz para negar la apreciación sobre “folklore nuevo o moderno” señalo que afirmar esta definición es como “hablar de un helado caliente.”

El investigador chileno Manuel Dannemann por su parte define al Folklore como “el conjunto de manifestaciones culturales y artísticas por las cuales se expresa un pueblo o comunidad para satisfacer una necesidad natural, sea esta de carácter espiritual o material”.

Algunos estudiosos por otra parte clasifican al “folklore” según sus características en varios estamentos como por ejemplo;

ANONIMO; Porque consideran que al producirse en grupos, es dificil identificar el autor del hecho social que se estudia.

ESPONTANEO; Puesto que su transmisión se da de manera natural entre las generaciones no obedece a reglas, tiempo u horarios, ni en general cuenta con lugares especiales para el aprendizaje.

ANTIGUO; Porque registra hechos del pasado, aunque algunos se conserven en nuestros días.  En numerosas ocasiones no se puede precisar la fecha de origen, que se pierde con el tiempo.

FUNCIONAL; Puesto que el saber del pueblo se aplica siempre para mejorar sus condiciones de vida.  Es decir, se pueden generar cambios en los elementos culturales, con el fin de superar los problemas cotidianos.

EMPIRICO; Porque el saber se fundamenta en creencias a partir de experiencias y no necesariamente en razones científicas.

Sin lugar a dudas, luego de consultar a destacados profesionales y estudiosos del tema, podemos afirmar, que es un error y porque no hasta una irresponsabilidad hablar de folklore “nuevo” o “moderno”.

A partir de haber escuchado aquellos de “folklore moderno” que me pareció lamentable, por haber sido difundido en un Canal de TV nacional por un conductor que consideran de primer nivel, comencé a prestar mayor atención a los programas e informativos. 

Entonces fue cuando me alarmo aún más  la pobreza intelectual y baja calidad de informativistas, comentaristas, conductores, actores, libretistas, etc. Aunque no quiero explayarme demasiado sobre el tema, por haber  transcurrido gran parte de mi vida en Radios, Diarios, Canales de Televisiòn, Semanarios y otras publicaciones, motivo por el que no pretendo colocarme ahora en el papel de juez de estos trabajadores. 

Solo quise puntualizar algo que  me pareció ofende a quienes hemos defendido nuestra identidad folklórica y tradicionalista, ya sea como difusores, compositores e intérpretes de nuestra cultura nativista en cualquiera de nuestras numerosas manifestaciones vernáculas.

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