Jueves, 23 de octubre
PROVINCIALES

Recuperaron un monolito que recuerda la fuerte presencia del Estado en la Patagonia/Por Carlos Espinosa

Hace pocos días fue recuperado un monolito , que yacía abandonado desde hacía mucho tiempo entre yuyales en cercanías del puente ferrocarretero que une a las ciudades de Viedma y Carmen de Patagones

Hace pocos días fue recuperado un monolito de hormigón armado, que yacía abandonado desde hacía mucho tiempo entre yuyales en cercanías del puente ferrocarretero que une a las ciudades de Viedma y Carmen de Patagones.
El enorme mojón, de casi dos metros de altura y unos 1.200 kilos de peso, con forma de obelisco,  recuerda la fuerte presencia de Estado Nacional en la Patagonia durante la década de los años treinta del siglo pasado.
El hito fue erigido nuevamente en forma vertical sobre una base construida especialmente, luego de una gestión encabezada personalmente por el ex diputado provincial y dirigente del Partido Alternativa y Recuperación para Viedma, Mario Sabbatella, y la concejal viedmense de la misma agrupación, Vanessa Cacho, en respuesta a las sugerencias de varios vecinos.
La tarea, totalmente autogestionada por iniciativa privada, contó con la colaboración de las firmas comerciales Crisa,  SurForestal , y Block Materiales de Construcción, y un grupo de personas de la capital rionegrina que pusieron voluntariamente manos a la obra.
El objetivo fue el rescate y visibilización del monolito en cuyo frente se encuentran estas inscripciones: Ruta 3 Km 988 (ver nota, abajo) – Dirección Nacional de Vialidad – Presidente de la Nación Gral. Agustín Pedro Justo – Ministro de Obras Públicas Manuel R. Alvarado – Primer Directorio 1933-1938.
Toda esta información, grabada en el duro material del monolito, permite inferir que la instalación original coincide con los tiempos iniciales del ente vial. Pues la Dirección Nacional de Vialidad (DNV) se creó el 5 de octubre de 1932, en los primeros meses de la presidencia del general Justo, cuando arrancaba la denominada “década infame” caracterizada por gobiernos surgidos del fraude electoral, con políticas económicas de sesgo claramente liberal.
La historiadora Valeria Gruschetsky (Universidad Nacional de Quilmes) afirma que “en este contexto, la construcción, mejoramiento y conservación de los caminos mediante la conformación de un sistema vial nacional fue una política clave. La vialidad tuvo un papel protagónico durante estos años debido a, primero, la flexibilidad, potencialidad y la proyección de futuro que representaban los automotores frente a otros sistemas de transporte, sobre todo el ferrocarril ; segundo, a la presión de los grupos involucrados (asociaciones civiles e importadores de autos, entre otros); y, por último, a la decisión política del Estado de construir una red nacional de caminos en un contexto socioeconómico en el que era clave bajar los costos de la producción agroexportadora y generar fuentes de trabajo como parte del programa económico destinado a paliar los efectos de la crisis económica mundial.” (revista digital Saberes Urbanos).
No es un dato menor que el gobierno nacional dispuso un impuesto de dos centavos por cada litro de nafta comercializado en todo el país, de manera tal que se aseguraban fondos para la construcción de caminos.  Los 400 kilómetros de la icónica ruta nacional 2, entre Buenos Aires y Mar del Plata, se pavimentaron por primera vez entre 1935 y 1938.
Volviendo al título de esta crónica: importa subrayar que aquellos eran tiempos de fuerte presencia del Estado Nacional en la Patagonia, a través de grandes  obras de desarrollo vial, sanitario, educativo y social.
Por citar sólo algunas: el puente ferrocarretero de Viedma y Carmen de Patagones se inauguró el 17 de diciembre de 1931 (obra promovida durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen, 1916-22);  hotel Llao Llao, Bariloche, 9 de enero de 1934;  puente Neuquén Cipolletti, 20 de febrero de 1937; línea ferroviaria San Antonio Oeste-Bariloche, 5 de mayo de 1934; hospital local de Neuquén (edificio), 1939-40; hospital regional de Bariloche, 1938;  14 comisarías y viviendas policiales en distintas localidades de Río Negro, 1936-1942; barrio de Casas Económicas, Viedma, 1938-40;  palacio episcopal del Obispado de Viedma, 1936-1940; hospital regional de Viedma, iniciado en 1940; reactivación de la navegación comercial por el río Negro entre Patagones y Choele Choel, en lanchones del Ministerio de Obras Públicas, 1938-1942; Escuela Hogar El Bolsón, 1942. (Estas  últimas cinco realizaciones por gestión del gobernador del Territorio Adalberto Pagano 1933-42).
Otra acción de gran importancia para la Patagonia fue, en 1934, la creación de la Administración de Parques Nacionales, tras lo cual de inmediato se habría de iniciar la construcción del pintoresco Centro Cívico de Bariloche –que se inaugura en 1940- y se van a generar acciones proteccionistas en el área del parque Nahuel Huapi (Río Negro-Neuquén); mientras en 1937 fueron institucionalizadas las reservas Lanín, en Neuquén; Los Alerces, en Chubut; Francisco Moreno y Los Glaciares, en Santa Cruz.
Una de las fuertes características de la economía en la Argentina , durante la década del 30, será la aparición del intervencionismo del Estado. El gobierno trata de paliar el peso de la crisis internacional, que ocasiona  -entre otros efectos complejos- la caída pronunciada de los precios de las materias primas que el país exportaba, con una merma del orden del 50 por ciento.
Después del golpe encabezado por el general Uriburu contra el presidente electo Hipólito Yrigoyen (16 de septiembre de 1930) y tras un año y medio de interinato presidencial a cargo de ese mismo militar, el 20 de febrero de 1932 asume como presidente el general Agustín Pedro Justo, elegido bajo fuerte sospecha de fraude el 8 de noviembre del año anterior, con la Unión Cívica Radical proscripta.
El presidente Justo, ingeniero civil y militar que en su juventud fuera activo afiliado de la Unión Cívica Radical, tenía lazos afectivos con la Patagonia; porque estaba casado con una mujer nacida en Carmen de Patagones: Ana Encarnación Bernal Harris (hija del general Liborio Bernal de la llamada campaña al desierto, bisnieta del marino inglés James Harris, que navegó con Charles Darwin y participó en la defensa de Patagones en 1827).
Albero Hueyo, un liberal vinculado a  empresas de energía, fue el primer ministro de Hacienda de Justo, con una gestión donde primero puso énfasis en la restricción a todos los gastos públicos; pero al mismo tiempo se implementó una política de inversión pública; el área donde las inversiones se hicieron más notables fue el de transportes y caminos.
Entre las medidas tomadas por el gobierno estuvo la unificación de impuestos entre las distintas provincias, y la transferencia de su cobro al Estado nacional, que luego repartía el producido entre los gobiernos provinciales. Se sancionó el primer impuesto a los réditos, como un impuesto de emergencia que quedaría para siempre.
Ese y otros fueron recursos esenciales para poder financiar obras que procuraban jerarquizar la presencia del Estado en las provincias , en general, y en la Patagonia en particular. Las acciones del presidente Justo y su sucesor, en 1938, Roberto Marcelo Ortiz (que falleció enfermo antes de cumplir su mandato)  estuvieron esencialmente dirigidas al beneficio de los grandes terratenientes argentinos y las empresas extranjeras (la gran mayoría de capitales británicos) que obtenían importantes ganancias, merced al estancamiento salarial y condiciones de precariedad laboral de sus empleados.
El sucesor de Hueyo fue el abogado socialista independiente Federico Pinedo, quien profundiza la intervención gubernamental en la economía. En esa etapa se crean las juntas nacionales de Granos, la de Carnes, la del Algodón, la de la Yerba Mate, de Vinos y de la Industria Lechera.
También dispuso el cierre definitivo de la Caja de Conversión, que hasta 1929 había canjeado papel moneda por oro. Para reemplazarlo como herramienta de control del tipo de cambio fue creado el Banco Central de la República Argentina, que según un modelo propuesto por el Banco de Inglaterra abrió sus puertas en junio de 1935.
La presencia del Estado en la Patagonia generó bienestar directo en buena parte de la población, con niveles disímiles de beneficio según los sectores sociales y económicos.
Este cronista ha recopilado, por caso, testimonios de personas vinculadas a la comercialización de lanas y cueros en la región sur rionegrina, quienes recordaban que las operaciones se facilitaban con créditos que otorgaba el Banco Nación y fletes subsidiados que disponía el Ferrocarril del Estado; y en otro sector, el de los familiares del personal de la Policía del Territorio Nacional de Río Negro, añorando las comodidades que se les brindaban, por primera vez en sus vidas, en las viviendas construidas en pueblos y parajes con calefacción a través de las serpentinas de las cocinas a leñas y baños instalados en el interior de las casas; así como personas ya adultas mayores que guardaban cálidas imágenes de su permanencia en la Escuela Hogar de El Bolsón, donde pudieron realizar sus estudios primarios.
Claro es que, en tanto, se seguían produciendo atropellos y despojos contra pobladores indígenas, recurriendo en algunos casos al asesinato con la finalidad de apropiarse de sus tierras (hay un documentado caso que investigó la periodista Patricia Chaina, incluido en el libro “El papel del archivo”, compilado por Pilar Pérez, Editorial UNRN); mientras los trabajadores campesinos eran sometidos a malos salarios y distintas formas de explotación, sin protección alguna por parte del Estado.
En este punto es menester señalar que el gobernador Pagano en su primer informe al ministerio del Interior, en marzo de 1934 después de un año en el cargo, alertaba que en el Territorio de Río Negro habitaban más de 900 familias de ocupantes de tierras fiscales  “a quienes es necesario proporcionales víveres y elementos para que puedan seguir trabajando y buscar luego la manera más práctica para que en breve plazo puedan llegar a hacerse propietarios de la tierra que trabajan, única forma a mi juicio para arraigar definitivamente la población, efectuando obra positiva de adelanto, función fundamental de todo Gobierno patrióticamente inspirado”. (Citado en “Adalberto T. Pagano, una pasión rionegrina” compilado por Olga Hebe Pagano, PubliFadecs, UNCo)  No tuvo respuesta de las autoridades centrales.
En definitiva: durante aquellos tiempos de la década del 30 y comienzo de los 40, un gobierno nacional de definida impronta liberal, que como admirador y aliado del Imperio Británico firmó un acuerdo comercial ruinoso para el país; de estirpe clerical y conservadora, asociado a los grandes terratenientes latifundistas, que tuvo las patas apoyadas en el barro de la proscripción política y el fraude electoral, y dejó que sus carceleros inauguraran las torturas con picana eléctrica; paradójicamente aquel gobierno no dejó de lado los roles esenciales del Estado, sino que acentuó su presencia llegando por primera vez a rincones muy alejados del territorio argentino.
Ese mojón que hace pocos días se ha restaurado, en uno de los ingresos viales a Viedma, representaba la fortaleza de ese Estado. Tal vez el mismo Estado que ahora se anatemiza al calificarlo como una “organización criminal” y se lo considera como “el enemigo”.
Las vueltas curiosas de la historia chica, aquella de la que se ocupa este cronista con más improvisación que certeza, hacen que ahora –cuando la motosierra se lanzó a la destrucción del Estado- ese monolito derribado, olvidado y vandalizado durante mucho tiempo, haya recuperado su postura firme y orgullosa. No es posible reivindicar en su totalidad la época de los conservadores, pero bienvenido este rescate patrimonial ejecutado por Mario Sabbatella y Vanesa Devicenti , vecinos viedmenses con inquietas ideas políticas progresistas.

Nota final: tal como puede observarse en la foto que ilustra la nota en el monolito está grabado el kilómetro 988, pero viendo con detalle se comprueba que los números fueron adulterados, usando alguna herramienta cortante. El kilometraje original era 966, tal como se indica en toda la cartografía de Vialidad Nacional y el Automóvil Club Argentino en relación a la distancia oficial entre el Kilómetro Cero (Plaza de los Dos Congresos, Ciudad de Buenos Aires) y el ingreso a Viedma, que hasta 1981 se producía por el puente ferrocarretero a través de la ruta tres.. Sobre la fecha y circunstancias del emplazamiento histórico del mojón no se ha podido encontrar documentación.
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