El modelo que propone el productor Jorge Aragón para frenar el abandono de chacras en el Alto Valle y descomprimir ciudades
Para un productor frutÃcola del Alto Valle, montar una finca en sólo 8 hectáreas, con maquinaria y empleados, puede ser complejo. Para el estilo de vida que propone Jorge Aragón, es suficiente.
Para un productor frutÃcola del Alto Valle, montar una finca en sólo 8 hectáreas, con maquinaria y empleados, puede ser complejo. Para el estilo de vida que propone Jorge Aragón, son más que suficientes y hasta sobran para subsistir y crecer.
Aragón es uno de los promotores de la “nueva ruralidadâ€, un modelo productivo que se propone afrontar la deserción de chacras, la caÃda estrepitosa de la superficie productiva y la quiebra de los pequeños y medianos productores rionegrinos.
En resumidas lÃneas, la propuesta es vivir en el mismo establecimiento donde se produce, trabajar en conjunto y abastecer a consumidores cercanos. De ese modo, las villas productivas agroecológicas, comunidades sustentables que nuclean varias familias, podrÃan ayudar a descomprimir las ciudades y evitar que en el Alto Valle se formen aglomerados como el conurbano bonaerense.
No lo inventó él, ni se lo contaron. Como ingeniero agrónomo, Jorge trabajó por más de 3 décadas en una gran empresa frutÃcola de la región y, tras leer y estudiar a autores destacados, decidió lanzar su proyecto junto a su esposa, Cecilia. Más de 15 años después, trabajan orgullosamente en Janus, su granja agroecológica que acoge a otros productores y abastece a vecinos de la zona.
Tras recorrerla junto a Bichos de Campo, Aragón explicó las claves de su enfoque, que se centra en el respeto por el medioambiente, la recuperación de las bases productivas del Alto Valle y el retorno a un modelo que hace tiempo no se ve: el de la primera venta o, como señala el agrónomo, “el del productor que no es empresarioâ€.
De familia de productores, Jorge lleva la sangre rionegrina y mira con tristeza que, año a año, se pierdan entre 1000 y 1500 hectáreas cultivadas porque muchos emprendedores no logran subsistir. Por eso eligió Contralmirante Cordero, a sólo 20 minutos de Cipolletti, su ciudad natal, para volver a las raÃces e impulsar la agricultura biodinámica familiar.
En tiempos en que a nivel polÃtico y económico se discuten modelos, el productor también propone una lÃnea de debate en lo productivo. Pero no quiere pecar de falso profeta, y por eso se encarga de advertir que no busca una revolución agraria que tumbe un modelo y lo reemplace por otro, sino un complemento para que las fincas de pocas hectáreas no queden recluidas a la supervivencia.
“Desde hace 40 años que ningún productor frutÃcola puede vivir de la primera venta porque recibe el 20% del precio final, que es el que paga el consumidor. Entonces, en la medida que la fruticultura dejó de ser competitiva por razones macroeconómicas, el eslabón más débil de la cadena fue perdiendo fuerza y fue desapareciendoâ€, describió Aragón.
Desde su perspectiva, la salida a ese cÃrculo vicioso no es cambiar el modelo económico y que Argentina deje de exportar fruta, sino reasignar roles para que los productores más pequeños controlen el proceso, abastezcan al mercado interno de cercanÃa y no vivan en una crisis constante. Producción frutÃcola integrada y producción en chacras a la par, ni rivales, ni enemigos.
En ese sentido, el agrónomo destacó que “la coexistencia es necesaria porque hay una generación económica, poblacional y de empleo que producen sólo las grandes empresasâ€, que son las que invierten y absorben mano de obra. “Lo que propongo es un modelo mucho más sencillo, pero que indudablemente no colisionaâ€, aclaró.
El planteo no queda sólo en la teorÃa. Entre la Ruta Nacional 151 y las aguas del rÃo Neuquén, la chacra Janus es una comunidad rural sustentable asentada sobre nada más que 8 hectáreas. Estuvo abandonada muchos años, la heredó de sus abuelos españoles y junto a su esposa la pusieron en marcha en 2009. Hoy alberga a otras familias y, con su mercado agroecológico, abastece sin intermediarios a vecinos de toda la zona.
“En definitiva, el objetivo es sustentarse desde lo económico y proyectarse desde lo ambiental y lo socialâ€, observó Jorge. Ese es el modelo asociativo de la “nueva ruralidadâ€, que busca repoblar el campo para descomprimir la concentración poblacional que hay en las ciudades y volver a producir como lo hicieron los primeros chacareros de la región.
Con alrededor de 1 millón de habitantes, en el Alto Valle viven 7 de cada 10 ciudadanos de RÃo Negro y Neuquén. Son varios municipios separados por distancias cortas, donde avanzan los proyectos inmobiliarios y, paulatinamente, quedan las chacras abandonadas. Ese es el periurbano que hoy disputa el modelo que pregona Aragón.
“Hoy, asà como están las cosas, tenemos dos alternativas: o chacras, o loteos. En el medio no hay posibilidades para que alguien venga y sostenga su actividadâ€, ratificó el agrónomo.
Su estrategia apunta a integrar producción sustentable y consumo responsable; no a generar la máxima rentabilidad y trabajar todo el dÃa. El pilar es lo que ellos llaman “metodologÃa CSAâ€, es decir, Comunidad que Sostiene a la Agricultura, y por eso cada familia que integra el proyecto se lleva una porción de lo que producen para consumir y vender.
Incluso, el sistema de venta directa busca beneficiar al consumidor no sólo con alimentos frescos y agroecológicos, sino también a nivel económico. El sistema puede garantizar un precio menor al del supermercado y aún asà ser rentable, calculó Jorge.
Queda claro, entonces, por qué su modelo no compite con el tradicional, si en el fondo sólo se busca disfrutar del campo y asegurar la subsistencia. “Con menos eficiencia productiva, podés sostener un estándar de vida en el campo que indudablemente no es el estándar de un departamento en la ciudadâ€, aseguró Aragón.
La cuestión ambiental es también un pilar clave del proyecto. Todo se hace a partir de los principios de la agricultura biodinámica, una propuesta que hizo el filósofo y agricultor austriaco Rudolf Steiner en los años 20 y que enfatiza en el cuidado del medio ambiente al producir.
-¿Cuál es el aspecto ambiental dentro de este modelo?-le preguntamos.
-Vivir en la chacra implica cambiar el paradigma propio. Si vivÃs en un lugar, no sólo buscás que sea productivo y rentable, sino que querés vivirlo y disfrutarlo. Y, asà como valoramos nuestra salud interior, la salud del ambiente es lo más importante, e implica tener un suelo sano y saber cómo trabajarlo.
-Es decir, ¿eso implica atender a la trazabilidad?
-SÃ, claro. Es que la salud propia y de los alimentos tienen que ver, necesariamente, con la salud del ambiente. Eso se logra en las chacras, que pueden ser ineficientes desde lo productivo pero muy eficientes en el cuidado ambiental porque tienen un 90% de espacios verdes. Todo lo contrario a lo que pasa en un barrio de la ciudad, que cuanto mucho puede tener un 10% de vegetación.
-¿Qué perspectiva tenés a futuro con tu teorÃa? ¿Pensás llevarla a cabo en un proyecto particular?
-Yo quiero transmitir este concepto a la gente del Alto Valle, porque todas las chacras tienen propietario, y lo que acá se juega es una decisión de personas que hoy tienen menos de 50 años. Pueden elegir no hacer nada o bien poner en valor su actividad.
-¿Con qué polÃticas se puede impulsar esto?
-Con la polÃtica municipal. El municipio es el primer Estado al que accedemos todos los ciudadanos, y son esas estructuras gubernamentales las que van a impulsar este cambio de paradigma. Lo mÃo no es una marca registrada ni un modelo patentado, sino simplemente digo que podemos ir por otro camino. (Bichos de Campo)
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