Réquiem para un numerario/Por Jorge Castañeda
Se sabe –lo han anunciado oficialmente- que tienes los dÃas contados.
Se
sabe –lo han anunciado oficialmente- que tienes los dÃas contados. Es que te
encuentras en agonÃa y estás tan desvalorizado que ya no sirves para nada. Han
pasado tus dÃas de gloria y hasta la severa mirada del general José de San
MartÃn esta triste y apenada. Pensará seguramente si te viera que “está
llegando a puerto†para tu pobre vida de papel moneda, como le llego a su
gloriosa vida allá en Boulogne Sur Mer.
Antes eras apreciado y todos te querÃan en su faltriquera. Cuando habÃan varios de tus congéneres en los bolsillos éramos felices porque sabÃamos de tu valor y de todas las cosas que podÃamos comprar. Hoy no te quiere nadie y como si estuvieras apestado todos quieren desprenderse de ti. Se dice que solamente te recibirán en los bancos para no salir jamás de ellos. Ya no podrás circular libremente.
Tres veces el Padre de la Patria está grabado: En el dorso, en el anverso acompañado de otros próceres y en la marca de agua. ¿Alguien ahora, a dÃas de su óbito, te mirará a trasluz para ver si eres legÃtimo? ¿Algún descolocado intentará falsificarte? ¿Valés acaso más que dos caramelos?
Tu color verde está deslucido y tu papel ajado por el trajÃn pringoso de las múltiples manos por las que supiste pasar.
Te vas con más pena que gloria con tu sol, con las manos enlazadas, con el solitario granadero, con las sendas banderas argentinas, con el glorioso Escudo de la Patria, con José Artigas, con Simón BolÃvar, con Bernardo HOggins y con el porte gallardo del Libertador de América vestido de gala. Con la Casa de Moneda y con las firmas galanas rúbricas del Presidente del B.C.R.A. y el a/c Senadores. Te vas asà al desván de los trastos viejos, pero eso sà glosando: REPUBLICA ARGENTINA en Unión y Libertad.
Quedarán en el tiempo las altas cumbres de la cordillera de los Andes enmarcando a los libertadores de América, las marcas sobreimpresas en cinco rombos para sentirlas al tacto, el famélico laurel también venido a menos y la frase de San MartÃn “Para defender la causa de la Patria, no hace falta otra cosa que orgullo nacionalâ€.
Qué triste tu partida, billetito de cinco pesos, degradado como Belgrano, ajado y sobado por tantas glorias pérdidas, derechito al cadalso del Ventral para seguramente ser cremado impiadosamente.
Nada podemos hacer: la vida es breve. Corro hoy 29 para desprenderme de los últimos que tengo arrugados en un rincón de mis bolsillos. Adiós billete de Cinco Pesos. ¡Qué ingratos que somos!!
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