MartÃn Lutero, la peste negra y el COVID-19/Por Jorge Castañeda
“Por lo tanto, debo pedirle a Dios que nos proteja misericordiosamente. Entonces debo hacer la descontaminación, ayudar a purificar el aire, administrar medicamentos y tomarlosâ€.
El célebre reformador protestante MartÃn
Lutero, ante la temible epidemia de peste bubónica que asolaba tanto Silecia
como su propia ciudad Wittemberg, deja en su carta a su par Johann Hess un
verdadero ejemplo para la actitud que deben tener los cristianos ante flagelos
tan letales como en estos tiempos el Covid-19.
La misiva que Lutero escribe a Hess dice textualmente lo siguiente: “Por lo tanto, debo pedirle a Dios que nos proteja misericordiosamente. Entonces debo hacer la descontaminación, ayudar a purificar el aire, administrar medicamentos y tomarlosâ€.
“Debo evitar lugares y personas para quienes mi presencia no es necesaria para no contaminarme, y posiblemente infectar y contaminar a otros para causar su muerte como resultado de mi negligenciaâ€.
“Si Dios quiere llevarme, definitivamente me encontrará, hice lo que espera de mÃ, asà que no soy responsable de mi muerte misma o la de los demásâ€.
“Mira, esta es una fe temerosa de Dios, porque no es impetuosa ni tonta, y no tienta a Diosâ€.
“Pero si alguien está tan aterrado y abandona su vecino en su dificultad, si alguien es demasiado tonto como para no tomar precauciones, pero agrava el contagio, entonces el demonio ha alcanzado su punto máximo y muchos moriránâ€.
“Como hemos aprendido, todos tenemos la posibilidad de evitarnos la enfermedad con nuestras mejores habilidades, porque Él ordenó cuidar, proteger y nutrir el cuerpo, para que no nos expongamos innecesariamenteâ€.
En esta carta titulada “Sobre si alguien deberÃa huir de la peste negraâ€, MartÃn Lutero demuestra su conocimiento profundo del libro de “LevÃticoâ€, donde están todas las leyes relativas a las plagas, el aislamiento, la higiene y la prevención de enfermedades.
Debemos agregar que la esposa de Lutero muchas veces lo supo alentar cuando su ánimo estaba abatido y en el caso especial de la peste trabajó y ayudó a sus vecinos de una manera encomiable.
Podemos citar como otro aporte fundamental de los cristianos fue la creación de los primeros hospitales, recordando entre ellos a San Basilio de Cesárea, el obispo Dionisio y Fabiola, dado que “hasta el siglo IV después de Cristo no existió en el mundo antiguo un sistema público de asistencia a los necesitados y enfermosâ€.
Tal es asà que el acompañamiento a los pobres y los enfermos por la iglesia primitiva era tan fuerte y hasta tal punto que el emperador Juliano el Apóstata, cuando quiso reavivar el culto a los dioses antiguos encontró que el principal obstáculo eran las obras caritativas de los cristianos. Y por eso dijo: “Lo que hace tan fuertes a los enemigos de los dioses antiguos es su filantropÃa con los extraños, los enfermos y con los pobresâ€.
Pero en ese siglo “las iglesias cristianas de Oriente, que comenzaban a ser influyentes, crearon la institución de beneficencia que posteriormente iba a ser llamada hospitalâ€.
A propósito de la palabra “hospitalâ€, deviene del latÃn “hospitalisâ€, de “hospesâ€: huésped. En tiempos pasados era un establecimiento benéfico donde se cuidaba a los indigentes. Luego fue especializándose en el cuidado de leprosos y otras enfermedades contagiosas y en nuestros dÃas designa “un establecimiento benéfico para el tratamiento gratuito de los enfermosâ€.
Para finalizar esta breve nota y volviendo a Lutero en una sola frase va más allá cuando define al gran flagelo de la humanidad comparándola con una plaga: “La guerra es la más grande plaga que azota a la humanidad, destruye naciones, destruye familias. Es el peor de los malesâ€.
Comentarios
¡Sin comentarios aún!
Se el primero en comentar este artículo.
Deja tu comentario