Dos cuentos de Claudio GarcÃa: “Bienvenidos†y “Mi historia con la mujer calamarâ€
Estos dos cuentos cortos del periodista y escritor viedmense integran el libro “El guardiacárcel guevarista y otros cuentos†de Ediciones El Camarote (2009).
Estos dos cuentos cortos del periodista y escritor viedmense integran el libro “El guardiacárcel guevarista y otros cuentos†de Ediciones El Camarote (2009), con prólogo del reconocido escritor, comunicador social e investigador en temas de cultura popular ya fallecido Juan Raúl Rithner y dibujo de tapa del artista plástico roquense Chelo Candia. Sobre estas dos obras, Rithner escribió: “La potente metáfora de ‘Bienvenidos’ desnuda la hipocresÃa autista de los pequeños pueblos, la metáfora de la mujer calamar compone una imagen de la Patagonia aunque GarcÃa no hable del viento ni de las largas rutas y caminos y sà de la soledad´â€.
BIENVENIDOS
Llegué al pueblo y, aunque no conocÃa a nadie, saludé a todos los que deambulaban por las calles. Mi gesto no fue correspondido y, sin darme tiempo a nada, sujetaron a mi cuello, con una larga cuerda, una enorme piedra que no me dejaba mover. No podÃa marcharme del pueblo que, evidentemente, detestaba mi presencia.
Las personas pasaban a mi lado y miraban con fastidio, diciendo con la mirada: -porqué no se va del pueblo de una buena vez. Yo querÃa explicarles: -quiten esta piedra y me iré de inmediato. Pero, no me hacÃan caso, y gesticulaban como diciendo que lo tenÃa merecido.
Pasaron dos dÃas y la situación no podÃa ser más absurda. Nada cambiaba y en cualquier momento morirÃa de hambre y de sed.
Desesperado, empecé a roer la cuerda que me sujetaba a la piedra, y luego de horas y horas de usar mi dentadura con dolor logré liberarme, llegando al lÃmite de mis fuerzas.
Arrastrándome por las calles pude alejarme de ese maldito lugar y llegar a otro más civilizado. Recuerdo la última imagen del pueblo; un gran cartel con el mensaje: “Bienvenidosâ€.
MI HISTORIA CON LA MUJER CALAMAR
Esta mujer era como un calamar. De su cuerpo esférico salÃan los tentáculos que agotaban mis fuerzas.
Amarnos era terminar sofocado. Llegar al orgasmo con el último aliento.
No pude soportarlo más y una noche, simulando que se trataba de un juego, até sus tentáculos a los extremos de la cama y los separé de su cuerpo con certeros hachazos.
A pesar de todo, ella sobrevivió, y por una razón extraña perdonó la crueldad que habÃa cometido.
Por fin nuestros amores se volvieron lentos y dulces. (APP)

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