El despido de Magdalena Odarda, frente a tanto daño producido/Por Ãtalo Pisani*
Determinadas por un sesgo ideológico demasiado evidente, no sólo de Odarda, las acciones del gobierno consintieron el vandalismo y permitieron su escalada.
Determinadas
por un sesgo ideológico demasiado evidente, no sólo de Odarda, las acciones del
gobierno consintieron el vandalismo y permitieron su escalada.
Finalmente, el Gobierno nacional se decidió a echar a Magdalena Odarda, una funcionaria que en buena medida de su gestión debe ser evaluada por la magnitud del daño producido.
“Su parcialidad ha sobrepasado los lÃmites de lo tolerableâ€, resumió con precisión Luis Dates, propietario de Los Radales, la cabaña incendiada intencionalmente a principios de agosto en Villa Mascardi. Dates es una de las numerosas vÃctimas de las atrocidades cometidas en esa y otras zonas cercanas a Bariloche y El Bolsón, que han tenido al Estado nacional -y en particular a la gestión del INAI que manejaba Odarda- como cómplice.
La indulgencia estatal, incluso la cooperación, han sido inductores de impunidad para los grupos que siembran el terror bajo la declamación mapuche, y agravian a la verdadera y amplia comunidad indÃgena regional, sus labores, cultura y reclamos.
Pisoteando derechos, los delincuentes vandalizaron propiedades, incendiaron, saquearon, talaron árboles añosos para que se derrumbaran sobre las casas, privaron de su libertad y lastimaron a ciudadanos. Todo ante la inacción y connivencia del Estado; incluida la Justicia, que acumula desde hace años causas sin resolverlas.
El fogoneo y asistencia del gobierno nacional a la barbarie fueron notorios cuando el vicepresidente del Instituto Nacional de Asuntos IndÃgenas (INAI), Luis Pilquiman, usaba un vehÃculo oficial para trasladar gente e insumos a la toma de Villa Mascardi. Hablamos de la mano derecha de Odarda.
Odarda, lejos de asistirla, ha enfrentado “polÃticamente†a la mandataria. No solo eso. Tuvo la osadÃa de pedir a una jueza que suspenda el desalojo y restitución judicial de un lote ocupado. O de inducir a Parques Nacionales a que desista de impulsar la investigación y elevación a juicio de la usurpación del lof Lafken Winkul Mapu, del que el organismo fue vÃctima directa y denunciante.
Pero todo tiene un lÃmite, y lo marcaron los gobernadores. Sólo por sus insistencias, el gobierno no tuvo más remedio que pedirle a Odarda que se vaya. El detonante fue el plan de declarar como “sitio sagrado†mapuche al volcán LanÃn, pergeñado por la ahora exfuncionaria y que hasta se llevó puesto al presidente de Parques Nacionales. Una atrevida idea que atropellaba la autonomÃa y la Constitución de la provincia del Neuquén.
El calibre de todos estos daños que están a la vista, tal vez nos indica que ha sido tardÃa la exoneración, pero necesaria para considerarla un punto de inflexión en las polÃticas oficiales, que hasta ahora apañaron a los violentos y desguarnecieron a los ciudadanos y sus derechos.
*Diario RÃo Negro

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