El trasfondo del fracaso del traslado de la capital a Viedma-Carmen de Patagones-Guardia Mitre*/Por Claudio GarcÃa
En estos dÃas se recuerdan los 35 años del anuncio del expresidente Raúl AlfonsÃn del finalmente frustrado traslado de la Capital Federal a Viedma-Carmen de Patagones-Guardia Mitre.
En estos dÃas se recuerdan los 35 años del anuncio del expresidente Raúl AlfonsÃn del finalmente frustrado traslado de la Capital Federal a Viedma-Carmen de Patagones-Guardia Mitre. Por este aniversario se pueden leer artÃculos laudatorios de una iniciativa que apenas si se tradujo en una serie de obras que se hicieron en la capital rionegrina. Incluso un cineasta viedmense, Leandro Colás, radicado en Buenos Aires, se encuentra filmando un documental sobre aquel intento. Hay que ir a los números del periódico La Calle de esa época –prácticamente el único medio gráfico en ese entonces en la capital, a excepción de la llegada cotidiana del diario RÃo Negro desde General Roca- para hacer un ajustado racconto de las opiniones que generaron el acontecimiento. En general predominaba una visión positiva y esperanzadora, en lÃnea con la fundamentación que tuvo el gobierno de entonces, de revertir el centralismo del paÃs, y hoy se reivindica aquel proyecto por los mismos motivos. Hace poco estuvo en Viedma el dirigente Juan Grabois quien también señaló: “Yo no soy radical, no soy alfonsinista, hasta me molesta un poco que Alberto (Fernández) ande repitiendo tanto a AlfonsÃn, pero AlfonsÃn tuvo una buena idea, que era traer la capital a Viedma (…) Estoy convencido que hay que sacar la capital de la Ciudad de Buenos Airesâ€.
Hace unos años escribà una nota sobre Viedma, que me pidió un diario de la región por un nuevo aniversario de la ciudad. Allà recordé precisamente que en La Calle –donde trabajé desde 1985 hasta su cierre, como consecuencia de la hiperinflación de AlfonsÃn que hizo imposible su continuidad, junto a Carlos y al entonces director, propietario y desde entonces amigo también Omar Livigni- fui uno de los pocos que escribió un par de artÃculos en contra del traslado. No por oponerme a terminar con un paÃs centralizado alrededor del puerto y de la Pampa Húmeda, sino porque el proyecto se limitaba a un simple traslado administrativo de la capital que no iba a provocar los cambios estructurales que sustentaron aquella Cabeza de Goliat que era y es Buenos Aires.
TodavÃa guardo un folleto de esos años donde el gobierno nacional hacÃa una lectura esencialmente errada sobre las cuestiones de fondo que hacÃan al desarrollo histórico del paÃs. Diagnosticaba muy bien esto de lo que significaba Buenos Aires como ciudad que condensaba la capital económica y polÃtica del paÃs, pero creÃa que bastaba llevar la capital polÃtica a esta región para provocar que su centralismo económico se descentralizara en un sentido federal. Se hablaba de los miles de millones de dólares de inversiones que iban a llegar del exterior hacia la Patagonia.
Yo decÃa en cambio que una simple descentralización administrativa no iba a provocar la descentralización económica y, a lo sumo, si se concretaba el traslado, replicarÃamos aquello de Brasil con la creación de Brasilia, que no modificó las caracterÃsticas socio-económicas de ese paÃs. Allá como acá se pensó que al trasladar la capital se iba a atraer habitantes de zonas muy pobladas hacia el “hinterland ruralâ€, cosa que no se produjo. El nordeste brasilero sigue siendo aún la región más atrasada del paÃs hermano.
El traslado de la capital tenÃa sentido si se insertaba en un proyecto de paÃs que modificara aquellas estructuras económicas de paÃs agroexportador que provocaron el centralismo sobre Buenos Aires.
Hay que recordar que ese no era el contexto en que se hizo el anuncio del traslado. El gobierno de AlfonsÃn habÃa mutado de las polÃticas de Bernardo Grinspun –que tuvieron algo de sintonÃa con aquellos periodos de polÃticas más nacionales y populares que permitieron desarticular en parte el paÃs agroexportador y cierta diversificación y crecimiento de la industria, y una negociación dura con los acreedores para hacer compatible el pago de la deuda con la capacidad del estado para lograr una mayor equidad social- hacia las de “modernización†y estabilización monetaria de Juan Vital Sourrouille que en gran medida impusieron los acreedores internacionales como base para renegociar la deuda y dar asistencia al paÃs. Todos recordamos que sobre los primeros efectos positivos que se vieron del Plan Austral, como la baja inflacionaria, rápidamente todo se fue desbarrancando hacia el rebrote inflacionario del 88 y luego el Plan Primavera que terminó en la hÃper (más allá que el establishment apuró el desbarajuste por revanchismo con otros aspectos progresivos que tuvo el alfonsinismo y porque querÃa la llegada de un gobierno comprometido a pleno con polÃticas neoliberales).
En el marco de la polÃtica de Sourrouille el traslado de la capital se correspondÃa más con el objetivo estipulado en esa época por el FMI en los acuerdos y stand by firmados: achicar el Estado, podando drásticamente la administración pública.
La descentralización del centro polÃtico-administrativo del paÃs fue pensada también como “atractivo†para que llegaran inversiones extranjeras al paÃs y especialmente a la Patagonia. De hecho se hicieron viajes a Europa de funcionarios nacionales y algunos provinciales para “promocionar†un paÃs que se ponÃa más o menos en lÃnea con las exigencias del mercado con el Plan Austral y que con el traslado de la capital sumaba ventajas para que la Patagonia atrajera capitales del extranjero y la llegada de las multinacionales.
No fue el mejor contexto tampoco para eso más allá de las zonceras del “desarrollo†que traerÃa aparejado adaptarse a las recetas de los poderes internacionales. Estados Unidos atravesaba un serio peligro de crack financiero, habÃa crisis petrolera y por ello en general las inversiones tenÃan en general un fin especulativo y si se dirigÃan a las industrias no era para ampliar las plantas sino para racionalizarlas. En Europa como en Japón se reducÃan las exportaciones y crecÃa también el capital especulativo. El precio de los commodities, salvo excepciones, estaba en baja. En fin, el proyecto del traslado acompañó los rápidos avatares de agravamiento de la crisis económica nacional hasta su fin.
Visto a la distancia la “modernización†alfonsinista tuvo algún que otro sesgo progresista si se lo compara con lo que vino después con el neoliberalismo a full del menemismo y, más recientemente, con el macrismo –hay que recordar además que la socialdemocracia europea en la que se emparentaba el alfonsinismo comenzó también el mismo tránsito de adaptación a las polÃticas económicas de la derecha- y en lo que hace al traslado nadie quita mérito de los objetivos bienintencionados que tuvo AlfonsÃn y algunos de sus funcionarios de modificar el centralismo nacional. Pero, como dije en aquellos años y ahora, se ponÃa el carro adelante del caballo.
*Actualización de una nota escrita en el 30° aniversario del anuncio del traslado de la capital

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